Cambiemos asegura que realizó una revolución de obra pública. Las cifras de Chequeado.com desmienten esa afirmación.
Según las “estimaciones” de la Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica del Ministerio del Interior la mejora en todo el gobierno de Macri fue de solo 1,6% en el caso del agua y de 4,5% en el de las cloacas. Un número que, verdadero o falso, impresiona tanto al Presidente que lo repite en la mayoría de sus discursos y hasta se los hace decir a los vecinos guionados que se prestan a recibirlo y protagonizar los espontáneos videos de publicidad oficial por las redes sociales.
El impacto se empieza a disolver si se consultan las cifras del censo de 2010, que señalan que ese año las “viviendas particulares con desagüe cloacal” eran el 48,8% y las que disponían de agua de red el 82,6%. O sea que en lo que va de junio de 2010 al fin del segundo gobierno de Cristina, el avance de las cloacas fue del 9,2% (más que el doble de lo logrado por Macri) y del 6% en el caso del agua (casi cuatro veces la hazaña PRO).
Asimismo, se pueden incorporar a la comparación las cifras brindadas por los funcionarios del anterior gobierno cuando entregaron la pesada herencia a sus sucesores. Allí se descubre que entre 2003 y 2015, o sea los doce años de kirchnerismo, 9.671.000 personas lograron acceso a cloacas y 9.060.000 al agua.
Si Macri considera que la suya es la única manera “seria” de luchar contra la pobreza, ya que aunque le quite el dinero del bolsillo a los necesitados, está cambiando sus condiciones estructurales. ¿Cómo habría que definir la de sus antecesores que mientras les hacían creer que podían mejoras algo su consumo, mejorando la distribución del ingreso, construían en el peor de los casos el doble de cañerías y cloacas que el Macrismo?
A esta altura, cualquiera podría considerar injusto comparar el desempeño de Macri con los del último ciclo peronista, aun en un punto que lo tiene tan orgulloso que Durán Barba lo eligió como centro de todas sus apariciones públicas. Después de todo, qué interés pueden tener las cloacas para la Ceocracia gobernante, más allá de los beneficios extraordinarios que pueden conseguir durante su construcción, como tan bien ejemplifica el recordado caso del negociado del propio Mauricio Macri con las cloacas de Rousselot.
Por eso sería más justo compararlo con las metas que el Gobierno se impuso en sus primeros días, cuando el slogan todavía era “Sí, se puede” y no “lleguemos como podamos”.
El 15 de febrero de 2016, el nuevo Gobierno presentó el “Plan Nacional de Agua Potable y Saneamiento”. Repasar sus 72 páginas puede resultar bastante aburrido hasta para el lector más interesado, pero vale la pena concentrarse en su objetivo: el compromiso de Cambiemos era que en 2019 (o sea ahora, exactamente ahora) la cobertura de agua sería del 100% de las viviendas particulares y la de las cloacas alcanzaría al 75%.
Pasado a números, el plan estipula que las personas beneficiadas con la llegada del agua serían 8.200.000, así que a 7.383.000 Macri les puede decir, en este caso con toda justicia, “esa te la debo”.
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