Los datos surgen de un relevamiento hecho por más de 50 organizaciones sociales.
Según los datos presentados durante una conferencia de prensa, en la Ciudad de Buenos Aires existen 7.251 personas en situación de calle; 5.412 duermen en plazas, veredas o entradas de edificios y 871 son niños y adolescentes, número mucho mayor al recabado en 2017. Las otras 1.981 personas censadas duermen en paradores del Gobierno porteño u otros establecimientos conveniados. Del total, el 80% son varones, el 19% mujeres –de las cuales 40 están embarazadas- y el 1% declaró ser travestis/trans.
Comparado con los datos del primer censo popular, realizado en 2017, el número representa un incremento del 65% y, según destacaron las organizaciones con suma preocupación, el 52% de las personas encuestadas es la primera vez que se encuentran en situación de calle. “Lo que revela esto es que la magnitud de la crisis está tocando a sectores que antes no había llegado”, aseguró Cecilia Segura, presidenta de la Auditoría General de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y una de las oradoras en la conferencia.
El censo oficial y el censo popular fueron realizados en la misma semana de abril de este año, y sin embargo los resultados son completamente distintos. Mientras el primero dio como resultado 1.146 personas en situación de calle, el censo popular asegura que el número es cinco veces mayor.
El primer dato que explica la diferencia tiene que ver con que, pese a que la propia Ley 3706 considera personas en situación de calle a aquellas que estén a la intemperie o que utilicen la red de alojamiento nocturno brindada por el Estado, el Gobierno no contabiliza a quienes la noche del censo durmieron en los paradores.
El otro aspecto, más profundo, apunta a la metodología utilizada. Tal como advirtió Jorgelina D’ Iorio, investigadora del Conicet y miembro de Asamblea Popular de Plaza Dorrego, la población en situación de calle se define como población fluctuante, es decir población que no está asociada de manera permanente a un lugar concreto del espacio geográfico y como población oculta, esto es, población cuyos comportamientos son estigmatizados y viven situaciones de violencia. Por estas dos características se la considera población de difícil acceso.
Con esta premisa, el relevamiento del censo popular se organizó durante 4 días, dos días hábiles y un fin de semana y participaron como censistas integrantes de organizaciones sociales y de instituciones públicas, incluso personas en situación de calle. Para ello se elaboró un cuadernillo de capacitación con el que se formaron 500 voluntarios y se realizaron 50 capacitaciones durante el mes de abril.
La participación de las personas encuestadas fue voluntaria y anónima. Para garantizar la confidencialidad de la información obtenida se utilizó un código de identificación formado con las dos primeras letras del primer nombre y las dos primeras letras del primer apellido más la fecha de nacimiento. De este modo también se evitó la duplicación de datos.
Se censó en los 48 barrios de la Ciudad de Buenos Aires y cada barrio fue dividido en cuadrículas o conjuntos de cuadras que durante los días que duró el censo fueron recorridas por un mismo grupo de censistas. Además, cada barrio tuvo como responsable a una organización con trabajo en ese territorio.
La carga de datos y el procesamiento de los mismos fue realizada por los equipos técnicos del Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de la Presidencia de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires, con el soporte técnico de un paquete estadístico construido ad hoc.
“El censo oficial, por el contrario, fue realizado durante una noche por la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad y consistió un muestreo por zonas críticas -explica Jorgelina D’ Iorio- entonces van a algunos lugares donde prevalece mayor cantidad de gente en situación de calle”. Jorgelina es tajante: “La metodología es política”.
Para el Defensor General de la Ciudad, Horacio Corti, otra de las instituciones participantes del censo popular, no se trata de ver personas sino de conocerlas. “Desde el Gobierno lo único que hacen es contar, pero no se sabe si son niños, cuál es la situación de salud, si perdieron o no su trabajo, cuál es su padecimiento mental y si no hay un conocimiento real de lo que sucede es obvio que no va a poder hacerse una política pública para resolver un problema de la realidad”. De fondo, asegura, las personas en situación de calle no son una prioridad para el Gobierno y “eso hace que esto se haya convertido en un problema estructural”.
“A esta hora exactamente hay un niño en la calle”, escribía hace tiempo el poeta Armando Tejada Gómez, marcando la urgencia del problema. En la Ciudad de Buenos Aires, la más rica del país, la que tiene oficialmente más de 130.000 viviendas ociosas, a esta hora, exactamente, hay 7.248 personas viviendo en la calle, tres menos que cuando se realizó el censo popular. “Hablamos de Sergio Zacarías, Carlos Bencenete y Javier, de Retiro”, recordó Horacio Ávila, referente de Proyecto 7, sobre las personas que murieron en estas semanas a causa del frío.
“La situación es bastante más dramática de lo que algunas voces oficiales han planteado y esto es necesario ponerlo de manifiesto, por eso la urgencia de la conferencia, de presentar datos y de este trabajo colectivo”, concluyó Pablo Vitale, referente de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia, una de las 50 instituciones públicas y organizaciones populares que llevaron a cabo el censo.
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