“Una de las manifestaciones populares más impactantes de la historia argentina; y UN CORO DE TONTOS Ó ALGUNOS TONTOS en particular, sacando cuentas de exactitudes numéricas como si eso modificara el centro de la cuestión.
Que “los políticos” aprendan de “la gente”, es el mensaje de una manga de CÍNICOS que llegan como mucho hasta ahí en el (falso) escudriñamiento de las causas.
¿Quiénes organizaron lo que pasó, o lo que convocó? ¿Fuerza Bruta? ¿Un régisseur del Colón? ¿Fito Páez? ¿Ricardo Fort? ¿O fueron “los políticos” que se llaman Cristina Fernández, Mauricio Macri, secretarías de Cultura comandadas por “políticos”, presupuestos públicos que administran “políticos”?
Es notable que se persista en ese discurso BERRETA, pero de ninguna manera es asombroso…
Es la bajada de línea que estuvo a sus anchas durante el menemato y que, por cierto, alcanzó un éxito estimable…
Como bien lo resaltaron algunas opiniones que no circularon por los grandes medios, se manifestó el divorcio entre la propagandizada “crispación” social y la alegría popular.
El semiólogo Raúl Barreiros lo caracterizó con una precisión envidiable: la gente le puso freno al voyeurismo, y dijo vamos allá afuera a ver qué pasa.
Y lo que pasó, con objetividad, es que la prédica mediática por minimizar o regañar al acontecimiento se fue al carajo…
El Pueblo, en lugar de que se lo relaten salió a la calle a ver qué pasaba, efectivamente, y se encontró a sí mismo en todas sus variantes.
Había ahí muchos, muchísimos, de quienes desde el conflicto con “el campo” se sentían en minoría. Toda esa gente venció a la mala onda, al todo negativo, a la esparcida edificación de que el país está atado con alambre.”
(extractos de "El día de la escarapela" - Eduardo Aliverti)
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