jueves, 7 de octubre de 2010

INDEC: Se favorece a los especuladores (cuanta más inflación diga el INDEC que hay, más plata ganan) ó se distribuye la riqueza. Esa es la cuestión.

Muchos de los bonos de la deuda externa, cuyos principales acreedores tienen que ver con los grupos económicos afines a grupos mediáticos, tienen su tasa de interés atada a la inflación.

Esto quiere decir, sencillamente, que cuanta más inflación haya, más plata ganan.

Es una decisión totalmente soberana de este Gobierno y de su modelo económico destinar dinero del Estado a obra pública, trabajo, programas sociales y cooperativas de trabajo, por sobre pagar mayor interés a los tenedores de bonos de deuda. Y ahí está el punto central de la cuestión.

Es preferible no publicar datos reales acerca de la inflación, que publicarlos y beneficiar a los especuladores de siempre. Es seguro que el Estado cuenta con esos datos, sólo que no los publica para no tener que ajustar a través del CER los bonos de la deuda.

La política oficial sobre el Indec, ni más ni menos, permite que el Estado tenga disponible más dinero para estas políticas mencionadas que para pagarle a los tenedores de bonos mayores intereses por los mismos. Y eso, en definitiva es distribución de la riqueza.




¿Cuál es el motivo por el cual, durante día y noche, los medios nos torturan con el tema del Indec?

¿Qué es lo que se esconde detrás de todo este circo?


El Indec, que es el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, es el organismo estatal que se ocupa de sacar “fotos” a la realidad del país, desde varios puntos de vista. Puede medir cuánto produce la industria, cuántos argentinos hay, cuántos hogares por debajo de la línea de pobreza existen, cómo evolucionan los precios.

Para calcular todas estas cosas, se realizan una serie de encuestas y relevamientos de datos y se hacen cálculos estadísticos.

Lo importante es que el Indec permite al Estado contar con información que es de suma importancia para ejecutar políticas públicas, de toda índole.

Es el organismo recolector de datos por excelencia.

Según qué datos recolecte y qué valores tengan, tanto las políticas a aplicar como los intereses que se esconden detrás de estos datos, varían.

Para que nos quede más claro: es como un chico que quiere faltar al colegio y le dice a la madre que tiene fiebre…no va a querer que su mamá controle el termómetro, sino que intentará controlarlo él, ponerlo en el velador y comprobar que tiene fiebre para así faltar al colegio… Exactamente esto es lo que ocurre con el Indec.

El fuerte cuestionamiento que se construyó desde los medios de comunicación, tiene que ver con la discusión acerca de quién controla y maneja el termómetro.

Lo que está en juego no es ni más ni menos que la apropiación de forma privada de un organismo público, la apropiación de los sectores dominantes de un organismo que, según la información que arroje, aumenta o no sus privilegios.

Antes, los sectores dominantes no requerían de esto porque controlaban el Estado en forma integral. Hoy, con un proceso popular en marcha, no les queda otra que cuestionar su funcionamiento, que no es más que cuestionar su condición de organismo público al servicio de un proceso político de transformación.

¿Por qué estos sectores están tan empecinados en controlar el Indec? La respuesta es material y concreta: porque muchos de los bonos de la deuda externa, cuyos principales acreedores tienen que ver con los grupos económicos afines a grupos mediáticos, tienen su tasa de interés atada a la inflación. Esto quiere decir, sencillamente, que cuanta más inflación haya, más plata ganan. Así de sencillo.

Vamos a palabras conocidas de oído por todos, que no sabemos bien que significan, y que al ponerlas juntas nos pueden demostrar muchas cosas. El CER es un coeficiente que elabora el Banco Central de forma diaria, que sirve para ajustar tasas de interés de operaciones financieras o inmobiliarias y que se basa en la inflación, por lo tanto, en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Entonces, si el IPC aumenta, por ende la inflación; el CER permitirá que se ajusten mejor los intereses de las operaciones inmobiliarias y financieras, por ejemplo. Principalmente, los bonos de deuda, por lo cual el Estado termina pagando más deuda porque aumentan los intereses a los tenedores de los bonos.

Paradójicamente, muchos de los tenedores de bonos de deuda están, a su vez, relacionados con los principales formadores de precios de la Argentina. Pareciera ser que la inflación es un negocio redondo: además de quedarse con más plata por vender sus productos al mercado interno a precios internacionales, diluyendo así el salario de los trabajadores, ganan también, y mucho, por otra ventanilla, la de los bonos de la deuda, que a cuanta mayor inflación más dinero les remiten. Esto no es más que seguir viviendo de la bicicleta financiera, siempre a costa del empobrecimiento de los sectores populares.

El Indec dice la verdad cuando dice cosas malas, y miente cuando dice cosas buenas. Dice la verdad cuando se trata de cuestiones que no afectan los intereses de los sectores dominantes, miente cuando afecta dichos intereses.

¿Vale la pena el precio en credibilidad que el Gobierno paga por sostener un índice de inflación, en teoría, más bajo que “el real”?

Es una decisión totalmente soberana de este Gobierno y de su modelo económico destinar dinero del Estado a obra pública, trabajo, programas sociales y cooperativas de trabajo, por sobre pagar mayor interés a los tenedores de bonos de deuda. Y ahí está el punto central de la cuestión.

Es preferible no publicar datos reales acerca de la inflación, que publicarlos y beneficiar a los especuladores de siempre. Y decimos no publicarlos porque es seguro que el Estado cuenta con esos datos, sólo que no los publica para no tener que ajustar a través del CER los bonos de la deuda.

La política oficial sobre el Indec, ni más ni menos, permite que el Estado tenga disponible más dinero para estas políticas mencionadas que para pagarle a los tenedores de bonos mayores intereses por los mismos. Y eso, en definitiva es distribución de la riqueza.


(por GEENaP)

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