Ni bien tomó el micrófono, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner agradeció a los 70 escritores argentinos que vinieron a Frankfurt, y que estaban allí, en el auditorio central de la feria más importante del mundo. Y entonces, quiso homenajearlos. E invitó a Elsa Oesterheld, viuda de Héctor, el creador de El Eternauta, para que fuera ella la portadora de tamaño homenaje.
"Ella, que perdió a su marido y a sus cuatro hijos por la dictadura, representa a los los escritores argentinos que sufrieron durante uno de los peores momentos que vivió la Argentina”, dijo Cristina. Y miró al público. Ya, cuando había entrado al salón, rompió el protocolo subiendo gradas arriba para saludar a Juan Gelman, Osvaldo Bayer y a la propia Elsa Oesterheld. Y ahora le hizo una seña. Que subiera al escenario alemán, le pidió. Y aunque no había plaquetas, ni diplomas, y sólo palabras, Elsa asumió el homenaje. “En ella estoy homenajeando a todos los que, como exige Griselda Gambaro, tienen un compromiso militante con los derechos humanos y con la vida", siguió Cristina. Y le cedió el micrófono a Elsa. Y Elsa habló: “Yo, que creí estar muerta, vuelvo a tener esperanzas”, dijo. Y arrancó el único aplauso sostenido de la tarde noche, que puso de pie a todos los asistentes. Alemanes, argentinos y de cualquier lugar del mundo. Entendieran o no de qué se trataba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario