En estos próximos días comienzan a definirse los primeros acuerdos por salarios con vistas al próximo año. Se ajustan contratos, alquileres, matrículas y las empresas cierran presupuestos. Nadie está tomando como referencia a la meta oficial. ¿De dónde saldrá el parámetro indexador de la economía?
A esta altura, que la meta de inflación se incumpla por poco o por mucho ya pasó a ser un tema secundario entre las preocupaciones de Federico Sturzenegger.
Lo que realmente afecta al titular del Banco Central -y, por extensión, a todo el equipo económico- es que la opinión pública ya lo considera una variante irrelevante.
Las primeras señales ya están a la vista: a diferencia de lo que ocurría hace un año, cuando el 17% mantenía cierto protagonismo a la hora de indexar contratos y negociar ajustes salariales, ahora el 12% que el BCRA prevé para 2018 está fuera de todas las agendas y mesas de negociación.
Las discrepancias entre la visión del Banco Central y la del gremio de los economistas vienen de más lejos. De hecho, se mantuvieron todo este año.
Para peor, y de cara a lo que viene, esas desavenencias se profundizaron. Al punto que el índice inflacionario promedio, según los pronósticos de 50 analistas y consultoras, es del 16,6% para 2018, tal como queda consignado en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM).
Todo un contraste con lo que ocurría hasta el año pasado, cuando la meta de inflación del BCRA era una novedad y a la que el mercado le prestaba atención. Al punto que constituía la referencia para los analistas, empresarios, centrales obreras y hasta los formadores de opinión.
Sin ir tan lejos en el tiempo, esto también se observó en la última ronda de negociaciones paritarias, tanto en las correspondientes al sector privado como público.
Es cierto que en varios de esos acuerdos se terminó apelando a la "cláusula gatillo", mecanismo que le brindó a los gremios la garantía que reclamaban para que los trabajadores no resignaran poder adquisitivo a lo largo del año. A esta altura quedó claro también que esa garantía fue ficticia.
Ahora, con una escalada inflacionaria que llevará el índice anual de 2017 por encima del 23%, todo parece conspirar contra la poco seria meta del 2018.
En el mientras tanto, los precios siguen subiendo, se están renegociando los contratos de alquiler, las matrículas de los colegios se redefinen con vistas al próximo año lectivo, los sindicatos elevan sus pedidos de aumento salarial y las empresas cierran sus planificaciones para el año.
Para todo ello, claro está, se requiere de algún indicador confiable que pueda ser utilizado como referencia.
Aunque el partido 2018 aún no comenzó, en la previa el mercado está a la búsqueda de la nueva referencia indexatoria.
Con el faro del Banco Central prácticamente apagado y en medio de tantas peleas políticas, está claro que no será tan fácil consensuar el número. Mal que le pese a Sturzenegger, y al propio Macri.
En el mientras tanto, los precios siguen subiendo, se están renegociando los contratos de alquiler, las matrículas de los colegios se redefinen con vistas al próximo año lectivo, los sindicatos elevan sus pedidos de aumento salarial y las empresas cierran sus planificaciones para el año.
Para todo ello, claro está, se requiere de algún indicador confiable que pueda ser utilizado como referencia.
Aunque el partido 2018 aún no comenzó, en la previa el mercado está a la búsqueda de la nueva referencia indexatoria.
Con el faro del Banco Central prácticamente apagado y en medio de tantas peleas políticas, está claro que no será tan fácil consensuar el número. Mal que le pese a Sturzenegger, y al propio Macri.
Fuente: Iprofesional
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