La primera mandataria reaparecerá hoy en público en Lanús. Ayer desgranó los resultados con sus colaboradores. Hubo satisfacción por las cifras en las intendencias bonaerenses y los distritos santafesinos. Viajará a Río Gallegos.
Con el contundente resultado electoral del domingo, el gobierno nacional dedicó la jornada de ayer a repasar en detalle las cifras de cada rincón del país y hacer su propia lectura de lo que arrojó la elección. No hubo, sin embargo, instrucción de la presidenta a los ministros para que realicen el tradicional balance público post electoral. No hacía falta. Las cifras resultaron tan elocuentes que nadie consideró necesario sobreactuar: “Que hable sólo el resultado de la elección”, fue el leitmotiv.
Cristina Fernández decidió imprimirle “sentido común” a los 45 días que quedan de transición entre su primer mandato y el que iniciará el 10 de diciembre, según deslizaron fuentes de la Casa Rosada. La idea es continuar con la gestión teniendo en claro que es la misma que venía encabezando, y dejar para el día después del nuevo mandato las decisiones con las que marcará el comienzo de la nueva etapa.
La presidenta retomará la agenda hoy con un acto junto a Daniel Scioli en el partido de Lanús. Allí prevé inaugurar una Unidad de Pronta Atención en el barrio Villa Jardín, junto al intendente Darío Díaz Pérez, quien el domingo logró frenar el avance del PRO en la zona sur del Conurbano al imponerse sobre el actual secretario de Hacienda porteño, Néstor Grindetti.
El silencio de la Casa de Gobierno contrastó con la hiperactividad de la dirigencia opositora que, siguiendo un menú tradicional, buscó ganar posiciones en la carrera que se avecina para 2015. Tanto Hermes Binner como Mauricio Macri buscaron colocarse a la cabeza del conglomerado opositor. El santafesino, convocando a ampliar la base del Frente Amplio Progresista sin modificar su agenda programática; y el jefe de gobierno porteño prometiendo que su partido tendrá una propuesta nacional para 2015.
La presidenta permaneció durante la mañana en la quinta presidencial de Olivos, donde cumplió la agenda que tenía prevista de antemano: recibió al secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y al titular de Radio y Televisión Argentina, Tristán Bauer. Dedicó buena parte del tiempo a leer los diarios y recibir los mensajes de los líderes del mundo que saludaron su reelección y, al caer la tarde, decidió trasladarse a la Casa Rosada para mantener reuniones con sus colaboradores y leer con lupa los resultados electorales, volcados en un minucioso informe elaborado por el ministro del Interior Florencio Randazzo.
Estaba más que conforme con los números logrados en los distritos numéricamente más importantes del país, como la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, y sorprendida con el contundente triunfo de Francisco “Paco” Pérez en Mendoza, cuya candidatura surgió como parte de una estrategia desesperada por evitar el retorno de un radical a la provincia cuyana.
Con el escrutinio provisorio completo, hubo datos que llamaron la atención, como el rotundo 82,01% logrado en Santiago del Estero, el 78,16% de Formosa, el 69,77% de Catamarca y el 68 y 68,03% de Corrientes y Río Negro, respectivamente. Quedó claro también que la Capital Federal, Córdoba, San Luis y Santa Fe estuvieron por debajo del promedio nacional obtenido por la jefa de Estado, aunque en todas, con excepción de la provincia gobernada por Alberto Rodríguez Saá, salió ganadora. “Haber ganado en 13 de los 19 departamentos santafesinos fue inesperado”, admitió un colaborador.
Cristina triunfó también en 134 de los 135 municipios bonaerenses. La acompañó en esa performance Daniel Scioli. Ambos perdieron solamente en la localidad de Rivadavia, donde Binner se impuso como candidato presidencial, y Margarita Stolbizer como aspirante a la gobernación bonaerense. Por eso ayer cobraban mayor relevancia las palabras de un hombre cercano a su despacho, quien evaluó que el mensaje de las urnas le impedirá de ahora en más a cualquier dirigente erigirse en el exégeta de la presidenta. Todos los ministros, salvo el jefe de Gabinete Aníbal Fernández, quien tiene destino decidido en el Senado, se guardaron a silencio y evitaron cualquier gesto que pudiera sugerir un avance sobre los deseos de Cristina.
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