En esta soledad que sienten hoy, incubada por ellos mismos en tiempos de abundancia, se manejan torpes como murciélagos en plena luz del día. Están acostumbrados a mandar en las tinieblas, unos. Y domesticados para obedecer, otros.
Por eso escriben lo que escriben y dicen lo que dicen, alborotados.
Maldita Ley de Medios de la democracia. Maldito Fútbol para Todos. Maldita Asignación Universal por Hijo. Maldita movilidad jubilatoria. Malditos ADN.
Y ahora, maldita sean mil veces las encuestas que empiezan a anunciar: "relájense y acepten que están cayendo en picada mientras Cristina y Néstor Kirchner, el gobierno y sus alrededores, siguen subiendo paso a paso".
Maldito el Bicentenario que trajo esta lluvia de gente y con lo que le quedó en el pliegue izquierdo, colapsó el camino a Ezeiza.
Maldita Selección. Maldito Maradona.
Así están de apesadumbrados los escribas y los lenguaraces del monopolio antediluviano.
El viejo barbudo los mira divertidos sin entender tanta porfía en desafiarlo antes de tiempo. Justo a él.
Las 15 mil almas que fueron a esperar a la Selección rompieron el molde de la editorial del día. Las redacciones tenían preparada la soga en la plaza pública para el Diego. Y así lo escribieron sin pudor.
Debía morder el polvo de la derrota, el destierro y la soledad.
"Con nosotros no se jode", era el mensaje tenebroso.
Y sin embargo, como en la Semana de Mayo, el pueblo desbordó el libreto encapsulado.
Los poderosos no entienden nada de historia porque siempre la escribieron a su antojo. Hicieron decir y creer lo que se les vino en ganas.
Pero llegó este momento inexplicable en que la historia escribe su propio argumento. Solita, sin que nadie se lo dicte….
(Jorge Giles)
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