Voy por la pava temprano en esta mañana. Estoy solo, en mi casa, mirando los peces. Juegan. Bailan. Suben y bajan. La pava silva, canta una canción spineteana. Y su vapor es el de un barco que va. Yo viví para contarlo. Para cuando me haga más viejo, para cuando esté por morir, hasta en el último aliento. Yo lo viví. Aunque el odio circule en la sangre de varios. Los del veneno. A los que les picó el veneno de la serpiente equivocada.
Yo
Viví
Para contarlo
A mí me picó otra. A millones nos picó la mejor.
Ustedes se la perdieron, digo, esto de sentir. La dosis me dura porque me ha cambiado prácticamente toda la sangre. Y es sangre nueva. Estoy vivo y lo contaré. A mis hijos chicos y a mis nietos.
No me hice rico, vivo dignamente. Veo como otros viven dignamente. Y a otros que no han muerto, porque en los últimos doce años los rescató Néstor y Cristina. Y otros que se hicieron ricos gracias a este proceso y lloran. Malparidos.
Son unos malparidos.
Yo viví para contarlo.
Mis amigos y amigas también. No todos pueden sentirlo pero lo vivieron. Y también pueden contar lo suyo, pero yo, yo viví para contarlo.
2003-2015. Abro paréntesis y pongo puntos suspensivos y no cierro el paréntesis.
De esto no se vuelve. El pueblo agradecerá el domingo. Un país generoso lo hará. No tengo - ni existen- palabras para agradecer. Habría que inventar otro lenguaje tal vez, o algo parecido a una semiología pagana.
Cimbra. La voz quebrada de Cristina cimbra. Néstor acompaña. Así somos los agradecidos en este pago. Los que no, que coman mierda.
Se ha salvado a una o a dos generaciones de la masacre. No es poco. En este pedazo de historia. Es el último día que se puede decir lo que se piensa en un medio de comunicación, por la veda. Yo lo hago.
Digo: yo, viví para contarlo. Abro paréntesis y no lo cierro.
El domingo, fiel a nuestro estilo, por un voto al menos, con la mano extraña de Scioli, como el Diego contra los ingleses, ganamos en primera vuelta.
Gracias.
por Marcelo Padilla
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