Se deja para los que más han estudiado esta dolorosa historia el capítulo referido a los aspectos sangrientos y ofensivos a la sensibilidad de aquellos tiempos en los que el temor a la cárcel, la tortura y la desaparición regían las conductas y los “acuerdos”.
Lo que asombra es que ya en tiempos democráticos, la sociedad política y periodística de la Argentina permitiera que los diarios fuesen, como no sucede en ninguna parte del mundo, los dueños del papel. Ese simple detalle indica el poder de esos medios.
Haberlo aceptado con naturalidad durante tantos años indica de qué forma se caen las defensas de un país.
Hasta que un día, se pone de pie.
(Por VÍCTOR HUGO MORALES)
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