El capitalino paga por año en concepto de Ingresos Brutos y otros tributos locales, como el ABL y el Impuesto a los Sellos, más del 350% que una persona que vive en Córdoba o Santa Fe.
Los ciudadanos que viven en la Ciudad de Buenos Aires, no pueden ufanarse de contar con la oferta cultural de Toronto, las calles impolutas de Barcelona ni siquiera la excelencia médico-sanitaria de La Habana, pero sí pueden preciarse de pagar tres veces más dinero en impuestos que el promedio nacional.
Un trabajo reciente del Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales, un centro de estudios privado que no tiene ningún tufillo de antimacrista, reveló que en 2010, la Dirección General de Rentas de la Ciudad de Buenos Aires le cobró a cada porteño la friolera de $ 5597.
Medido en dólares parece una cifra insignificante, pero cuando se lo compara con el resto de los distritos del país, la sorpresa es mayúscula. El capitalino paga por año en concepto de Ingresos Brutos y otros tributos locales, como el ABL y el Impuesto a los Sellos, más del 350% que una persona que vive en Córdoba o Santa Fe.
La segunda provincia en recaudación propia per cápita fue Tierra del Fuego, con $ 5196, pero el gobierno fueguino tiene el atenuante de que, por su ubicación geográfica, los precios y los costos son muy superiores en esta provincia que linda con el fin del mundo.
El jefe de gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, aumentó desproporcionadamente las alícuotas, principalmente del Alumbrado, Barrido y Limpieza. Sin embargo, los sufridos ciudadanos de Buenos Aires soportaron estoicamente los aumentos y no obtuvieron nada como contrapartida.
Desde que Macri asumió como gobernador ha habido numerosas denuncias de la cesión de los espacios públicos.
Sin ir más lejos, los taxistas porteños reconocen a la Capital Federal como la ciudad pintada de amarillo porque cada vez resulta más complejo estacionar un auto en un lugar que no haya que pagar.
Además, la inversión en Infraestructura disminuyó de forma notoria. Basta con recordar que la revuelta estudiantil de septiembre del año pasado tuvo lugar a causa del pésimo estado edilicio de los establecimientos educativos.
La escuelas, todavía ahora, no brindan las condiciones elementales para que los estudiantes y docentes den clases. Tampoco hay que olvidar algo más grave todavía.
La crisis del Indoamericano se desató pura y exclusivamente porque el Gobierno de la Ciudad subejecutó las partidas correspondientes.
En definitiva, Macri cobra impuestos del Primer Mundo y ofrece servicios del último mundo.
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