“Yo antes leía La Nación y tenía un nick con el que escribía en contra de los negritos. Y mireme la cara, soy negro yo también. Me estaban haciendo la cabeza, defendía intereses contrarios a los míos. Kirchner me hizo entender”.
El 25 de mayo de 2010 un periodista que trabajaba para el Grupo Clarín asistió a la reinauguración del Teatro Colón. En la lenta cola para entrar coincidió con Carlos Reutemann y le preguntó si sería candidato. El senador locuaz-lacónico señaló hacia la colmada Avenida 9 de julio, puso el índice horizontal bajo la nariz y dijo: “¿Yo? Noooo. ¿Usted vio el clima que hay en la calle? ¿Y sabe lo que será la cosecha del año próximo?”.
Ya en el teatro, una figurita de la oposición se confesó con el periodista, convencida de que estaba con un aliado: “Les dije a tus jefes que estamos perdiendo la batalla mediática”.
Terminé de desayunar con el colega que me contó estos diálogos, tomé un taxi y, como en el guión de una mala película, el joven chofer me dijo: “Yo antes leía La Nación y tenía un nick con el que escribía en contra de los negritos. Y mireme la cara, soy negro yo también. Me estaban haciendo la cabeza, defendía intereses contrarios a los míos. Kirchner me hizo entender” .
Divertido, más tarde compartí la anécdota con una colega. “Ellos creían que era una batalla mediática. Todavía no se dan cuenta de que perdieron una batalla cultural”, dijo.
Este clima se percibe en buena parte del espectro político y social y explica tanto la fluidez y la seguridad de la exposición presidencial ante la Asamblea Legislativa como el desconcierto de todas las oposiciones. Por eso Reutemann se compromete a apoyar al candidato a la presidencia que decida el PJ nacional; José Manuel de la Sota pondera el desempeño del gobierno nacional; Luis Juez se baja del tractor y descubre que algunas cosas están mal pero otras están muy bien; Maurizio Macrì anuncia que no piensa formar pareja electoral con el ex senador Eduardo Duhalde ni aliarse con el Peronismo Federal; el gauchito gil no se cansa de hacer señas hacia el campamento del que en mala hora desertó; las cámaras patronales agropecuarias o industriales que apostaron al desgaste y caída del gobierno a duras penas logran conservarse más o menos unidas, igual que las instituciones eclesiásticas.
(Extracto de la nota de Horacio Horacio Verbitsky "Batalla cultural, fuego amigo y candidaturas").
No hay comentarios:
Publicar un comentario