jueves, 29 de diciembre de 2011

El amor en tiempos de Cristina

Sucedió ayer. Un día después de conocerse la enfermedad de la Presidenta.

Pasan los gobernadores a firmar el desendeudamiento con la Nación.

Todos tensos. Ella sonríe. “Está impecable” dice un cronista.

No es un acto rutinario en la Casa Rosada. Hay otro clima. Cada gobernador se demora en el saludo habitual. Caminan por la cornisa del protocolo. La abrazan. Le desean suerte. Le dicen cosas al oído. Ella agradece a todos.

La juventud presente en la primera fila.

El salón colmado no deja de aplaudir cuando se pone de pie para dar su mensaje. Algunos disimulan el llanto acongojado. Cristina se muestra firme. Digna. Transmite calma, en medio de una tempestad cruzada de emociones.

Y finalmente, “Habla al país la Presidenta de la Nación, Doctora Cristina Fernández de Kirchner”, dice la locutora.

En la antigüedad, antes de Néstor y Cristina, los gobernadores eran convocados sólo para los pactos de ajustes. Ya no. Ella les brinda datos del crecimiento y del desarrollo federal. Redistribuye las ganancias entre las provincias. Habla del equilibrio entre los sectores como condición indispensable para seguir avanzando en la inclusión y el crecimiento.

Sólo después habló de ella misma.

El primero que la llamó, contó, fue Chávez. Bromeó con disputarle la presidencia del Congreso de Presidentes latinoamericanos con cáncer. Sonríe. “La biología enseña más derecho constitucional que los jurisconsultos”, dice. Pensaba en el ocupa mendocino. Bromea con Boudou. “Guarda con lo que hacés”.

Y la mueca tristona de Boudou se transforma en sonrisa.

Le pidió con humildad a Macri que se haga cargo de los subtes, porque es su responsabilidad. “A la gente no le importa que le contés el problema sino que se lo resuelvas”, citó a Kirchner, dio fuerza a todos y pidió que se hagan cargo de su compromiso.

“No pido ayuda para mí, todo lo que pido es por el país, por los 40 millones que lo habitan”.

Señoras y señores, amigas y amigos: la mujer que preside la Argentina es una estadista, Jefa de la Nación, una líder política plenamente humana y la conductora estratégica de los destinos de su pueblo.

Y por si alguien dudaba, lo demostró ayer con su temple y su palabra.

El 31 de diciembre, cuando den las 12 de la noche, un país entero brindará por su salud, que es como decir, la salud de la Argentina.

El 4 de enero habrá vigilia de espíritus a lo largo y ancho del territorio nacional y hasta el 24, que es la fecha del alta médico, un pueblo velará sus sueños, custodiando la alegría allí donde se encuentre.

En la casa, en el trabajo o en su lugar de vacaciones, todos le dirán:

¡Fuerza Cristina!

A eso le llaman amor. Y es invencible cuando lo provocan.



por Jorge Giles.

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