El genocidio armenio, como se denomina a la matanza de cerca de un millón y medio de personas a partir de 1915 a manos del Imperio Otomano, es considerado el primer genocidio del siglo XX, que abrió una colosal cicatriz en la región entre el Río Bósforo y el Cáucaso y cuyos efectos políticos, sociales y culturales aún permanecen vivos al conmemorarse un siglo desde su inicio.
La estratégica posición de la meseta de Armenia, alrededor de los lagos Seván y Van, en el Cáucaso, cruce de las rutas de las caravanas comerciales entre Oriente y Occidente, centró desde siempre el interés de los pueblos que la rodeaban, y fue conquistada sucesivamente por persas, macedonios, romanos, más tarde fue la dominación bizantina y luego la árabe.
Hacia mediados del siglo XI aparecieron en la región los selyúcidas, nómades mongoles del Asia Central, luego los tártaros y más tarde los turcomanos.
Entre fines del siglo XVI y comienzos del XVII, la región este de Armenia se convirtió en área de conflicto entre turcos otomanos, persas y rusos, quienes a partir de entonces empezaron a tener presencia en la geopolítica de la región.
El Imperio Otomano estaba integrado por poblaciones cristianas -armenios y griegos- y musulmanas -turcos, kurdos y árabes- y su sustento ideológico, basado en el otomanismo, reconocía la diversidad de minorías.
La profusa bibliografía armenia sobre el tema argumenta que esta ideología fue reemplazada desde 1913 por el panturquismo o panturanismo, que sostenía la superioridad de la raza turca y proponía la unión de todos los pueblos turcos desde el Bósforo hasta China.
En julio de 1908, una revolución de apariencia liberal, encabezada por el partido laico "Comité de Unión y Progreso" (Ittihad), más conocido como el partido de los Jóvenes Turcos, desplazó al sultán Abdul Hamid (el sultán Rojo), que había ordenado entre 1894 y 1896 la matanza de miles de armenios en diferentes puntos del imperio, a un lugar simbólico.
Estas matanzas, producidas poco después de que el sultán debiera aceptar en el Tratado de San Stefano la independencia de Rumania, Serbia y Montenegro, y la semi independencia de Bulgaria, buscaban sembrar el terror y evitar a toda costa la creación de un Estado armenio, previsiblemente favorable a Rusia, al este de su territorio, en la frontera turco-rusa.
La llegada de los Jóvenes Turcos produjo algo de esperanza entre los armenios, pero ésta duró hasta que en abril de 1909 estalló una segunda matanza organizada, primero en la ciudad de Adaná y luego en el resto de la provincia, donde en total fueron muertas alrededor de 30.000 personas.
El punto de inflexión fue la derrota del Ejército otomano ante las tropas rusas en el Cáucaso en diciembre de 1914, cuando las autoridades otomanas acusaron directamente a los armenios de combatir en el bando enemigo.
Los armenios establecieron la fecha del comienzo del exterminio en 24 de abril de 1915, el día en que las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de esta comunidad en Estambul (entonces Constantinopla), cifra que en los días siguientes ascendió a 600.
Luego, una orden del gobierno central determinó la deportación de toda la población armenia, sin posibilidad de cargar los medios para la subsistencia.
La marcha forzada por cientos de kilómetros, atravesando zonas desérticas, desató la muerte de la mayor parte de los deportados, víctimas del hambre, la sed y las privaciones, mientras los pocos sobrevivientes eran robados y violados por bandas de asesinos y bandoleros.
Seguidamente, con la ayuda del Ejército y formaciones irregulares integradas por kurdos y otras minorías, cientos de miles de armenios fueron asesinados y deportados por suponer "una amenaza para la seguridad nacional".
Los que no fueron fusilados o quemados vivos en establos en los disturbios escenificados por las propias autoridades, murieron en las largas travesías en caravana hacia los desiertos de Irak y Siria, en las que perecieron cientos de miles de ancianos, mujeres y niños.
Las autoridades otomanas crearon una red de 25 campos de concentración, donde los armenios perecieron de inanición, según la historiografía armenia, que también denuncia la muerte de decenas de miles de personas al ser tiradas por la borda en el mar Negro y tras ser inoculadas con diferentes virus.
Si bien los historiadores armenios y occidentales coinciden al calificar de ingeniería étnica la política otomana en relación con los armenios, discrepan en cuanto al número de víctimas de la masacre.
El saldo mortal oscila entre el millón y el millón y medio de armenios masacrados entre 1915 y 1923, mientras lo que es seguro es que sólo habría sobrevivido una pequeña parte.
"El mayor crimen de la Primera Guerra Mundial", como lo definió el entonces presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, tuvo como testigos de excepción a comerciantes y misioneros occidentales.
El fundador de la actual Turquía, Kemal Ataturk, reconoció la matanza de millones de cristianos otomanos, pero la palabra genocidio es tabú desde entonces entre los historiadores turcos, que acusan a los armenios de aliarse con Rusia y rebelarse contra el imperio que les acogía.
Hasta ahora, Turquía admite oficialmente que cientos de miles de armenios murieron como consecuencia de las luchas en Anatolia oriental y de la política de deportaciones de las autoridades otomanas, pero se niega rotundamente a que esas masacres se describan como "genocidio".
Como resultado del genocidio, nació la diáspora armenia, muy influyente en países como Estados Unidos, Francia o Argentina, mientras la actual Armenia logró su independencia tras la caída de la Unión Soviética en 1991.
La versión turca sobre el tema armenio: una trágica deportación, pero no un genocidio
En la actualidad, el Gobierno turco admite oficialmente que cientos de miles de armenios murieron como consecuencia de las luchas en Anatolia oriental y de la política de deportaciones de las autoridades otomanas, pero niega rotundamente que esas masacres constituyan un "genocidio".
Reducen, además, a medio millón la cifra habitualmente aceptada de 1,5 millones de muertos en estos hechos, pero presenta lo ocurrido como el resultado de una violencia étnica en ambas direcciones.
La interpretación turca subraya el rol de los grupos armados armenios ubicados en el este de Anatolia y que se aliaron con el Ejército ruso en su guerra contra el Imperio Otomano, en lo que fue la ramificación caucásica de la Primera Guerra Mundial.
Una serie de rebeliones locales y la ayuda que algunos voluntarios armenios prestaron al bando ruso en la batalla de Sarikamis en 1914 tensaron la situación, aunque la mayoría de estos milicianos armenios no eran ciudadanos otomanos, sino contingentes llegados desde Rusia, según explica el periodista turco-armenio Rober Koptas, una de las voces más prestigiosas de esta comunidad, citado por la agencia de noticias EFE.
Las tensiones desembocaron en el asedio de Van (en el este del país euroasiático) , en el que milicias armenias locales defendieron esta ciudad contra las tropas turcas hasta la llegada del Ejército ruso.
En este contexto, las autoridades otomanas dieron la orden de "reasentar" a toda la población armenia de Anatolia en Siria, también parte del Imperio, con el objeto de mantenerla lejos de la frágil frontera caucásica.
Miles de armenios murieron durante estas marchas hacia Siria, por hambre y enfermedades o por ataques de bandas armadas musulmanas, pero Turquía los considera "víctimas colaterales" de la situación de descontrol en tiempos de guerra.
Los amplios archivos otomanos no contienen documentos que sugieran un plan sistemático de eliminar a toda la nación armenia y sí hay constancia de que 1.397 oficiales fueron castigados por abusos contra los armenios, tras denuncias de soldados o funcionarios.
Los historiadores turcos se ven respaldados en esta opinión por destacados académicos estadounidenses como Bernard Lewis o Stanford Shaw, quienes certifican una intención de expulsión de los armenios, pero no de exterminio.
Además, subraya la historiografía turca, las autoridades británicas que ostentaron el poder en Estambul tras perder el Imperio Otomano la Primera Guerra Mundial, arrestaron a 144 altos funcionarios otomanos y los deportaron a Malta para juzgarlos por infligir daño a los armenios.
Así, la insistencia de gran parte de Europa en usar el término "genocidio" es percibida por Turquía como una presión para calumniar la memoria de los otomanos y de sus herederos.
Los nacionalistas turcos nunca dejan de subrayar que el grupo radical armenio Asala asesinó a 42 diplomáticos turcos en 110 ataques perpetrados en 21 países entre 1979 y mediados de los años 80.
La versión de una "conspiración armenia" para humillar a Turquía es persistente en los documentos que difunde el recién abierto centro de investigación Nueva Turquía, en Ankara, que incluso sostiene que "existían de hecho masacres armenias: masacres cometidas por bandas armenias, respaldadas por potencias extranjeras, contra turcos y kurdos musulmanes".
Este centro fue inaugurado este mes por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien el 14 de abril pasado lanzó una dura respuesta al empleo de la palabra "genocidio" por parte del papa Francisco en una misa en homenaje a las víctimas.
Erdogan sorprendió al mundo en abril 2014, cuando aún era primer ministro, ofreciendo sus "condolencias" a los "nietos de los armenios que perdieron su vida en el contexto de inicios del siglo XX", asegurando que "los incidentes de la Primera Guerra Mundial son un dolor compartido".
Las relaciones entre Ankara y Ereván han mejorando levemente en los últimos 15 años, lapso en el que se firmaron dos protocolos para desarrollar relaciones bilaterales, aunque la frontera se mantiene cerrada por disputas políticas.
El debate sobre el genocidio no es lo único que mantiene alejados a los dos vecinos: Turquía se niega a normalizar su relación con Armenia mientras este país "mantenga ocupado" el territorio de Nagorno-Karabaj reclamado por Azerbaiyán, un aliado cercano de Turquía.
Pese a que el tema armenio es de capital importancia para las aspiraciones turcas de ingreso a la Unión Europea, las posturas irreconciliables siguen siendo la tónica del enconado litigio de nacionalidades.
Con emotivos actos, Armenia recordó el centenario del genocidio
Durante un acto celebrado en la capital armenia, Ereván, en el memorial del genocidio, el presidente francés, Franocis Hollande, urgió a la Turquía moderna, la heredera política del Imperio Otomano, reconocer las masacres como genocidio.
"Se han dicho palabras importantes en Turquía, pero hay otras que aún se esperan, para que el dolor compartido pueda convertirse en destino compartido", dijo Hollande ante la audiencia, que incluía también a los gobernantes de Serbia y Chipre y a delegados de unos 60 países.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que su país está firme junto a la ex soviética Armenia, que sigue siendo un estrecho aliado de Moscú en la región.
"No hay ni puede haber justificación para los asesinatos en masa", dijo Putin antes de recibir una ovación de pie de los presentes.
El mandatario ruso aprovechó su discurso para advertir de los peligros del nacionalismo y la "rusofobia", en una clara alusión al gobierno nacionalista y pro occidental de Ucrania, con el que mantiene una disputa por el conflicto separatista en el este rusoparlante de ese país.
Más temprano, caminando bajo una tenua lluvia, los líderes extranjeros depositaron cada uno una flor amarilla en una corona de flores en el memorial que recuerda a las víctimas, que está ubicado sobre una colina que domina Ereván.
"Estoy agradecido a todos aquellos que están aquí para confirmar una vez más su compromiso con los valores humanos, para decir que nada se olvida, que, después de 100 años, todavía recordamos", dijo el presidente armenio, Serge Sargsian a sus invitados, según informó la cadena BBC.
Pero el limitado número de dignatarios extranjeros que asistieron a la ceremonia evidenció la falta de consenso internacional en torno a los esfuerzos de décadas de Armenia para que las masacres sean reconocidas como genocidio, algo que sólo han hecho una veintena de países, entre ellos Argentina.
La conmemoración anual del 24 de abril recuerda el día en que unos 250 intelectuales armenios fueron arrestados en la entonces Constantinopla, la actual Estambul, en lo que se considera el primer paso antes de las masacres ocurridas entre 1915 y 1917, en los años de la Primera Guerra Mundial.
Se estima que hasta 1,5 millones de armenios murieron en fusilamientos o deportaciones forzadas que comenzaron en 1915 ante los temores de la oficialidad otomana de que los armenios, que son cristianos, se aliaran, como muchos lo hicieron, con la Rusia zarista, enemiga del Imperio Otomano en el conflicto.
La mayoría de los historiadores occidentales consideran las matanzas un genocidio, pero la moderna Turquía lo rechaza vehementemente. Ankara afirma que los muertos fueron 500.000, pero dice que en el marco de una guerra civil desatada por la agresión del Imperio ruso.
En vísperas del centenario, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, insistió en que los ancestros de su nación nunca cometieron un genocidio.
Ayer, la Iglesia armenia confirió la santidad a las víctimas del genocidio en la que se considera el mayor servicio de canonización de la historia.
Hoy, Erdogan y líderes extranjeros de sus antiguos aliados durante la Primera Guerra Mundial rindieron tributo a decenas de miles de personas muertas en la Batalla de Galípoli, desatando acusaciones de Armenia de que el acto buscó restarle atención a las ceremonias en Ereván.
Sin embargo, en un hecho sin precedentes, el ministro turco para los Asuntos Europeos, Volkan Bozkir, asistió a una misa en una iglesia armenia de Estambul para conmemorar las masacres, mientras que Erdogan reiteró sus "condolencias" a los descendientes de las víctimas.
"Nuestros corazones siguen completamente abiertos a los nietos de los armenios otomanos alrededor del mundo", dijo el presidente turco en un comunicado.
Unos 100 manifestantes realizaron una marcha por Estambul, exigiendo al gobierno que reconozca el genocidio.
La manifestación, convocada por grupos de derechos humanos turcos e internacionales, se hizo frente a una antigua prisión donde fueron encerrados los intelectuales y líderes de la comunidad armenia el 24 de abril de 1915.
En Ereván, cientos de miles de personas participaron de una procesión hacia el memorial del genocidio -el monumento más visitado del país- llevando velas y flores para depositarlas bajo la llama eterna.
Desde Nueva York a París y Beirut, miles de miembros de la enorme diáspora armenia generada por las matanzas también recordaron el centenario.
Decenas de miles de libaneses de ascendencia armenia marcharon por Beirut desde una iglesia armenia hasta un estadio de fútbol donde se celebró un servicio religioso.
Unas 500 personas asistieron a una misa en la catedral armenia de San Juan en Jerusalén, mientras que otras 200 se manifestaron frente a la embajada de Turquía en Jerusalén este.
En Teherán, más de 1.000 personas protestaron frente a la embajada turca, con pancartas que decían "Reconozcan el genocidio armenio" y "Turquía, no lo niegues".
En Bulgaria, el Parlamento reconoció hoy por primera vez el asesinato masivo de armenios, pero evitó utilizar la palabra genocidio.
En Alemania, desafiando la previsible ira de Turquía, el presidente Joachim Gauck condenó ayer las masacres como un genocidio, convirtiéndose en el primer funcionario alemán en hacerlo.
Además, el Parlamento alemán comenzó a debatir hoy una resolución apoyada por el gobierno en la que se define los hechos como un genocidio.
La semana pasad, Ankara llamó a consultas a su embajador en Viena luego de que los diputados de Austria aprobaran otra resolución que usó la palabra genocidio.
Anoche, el presidente estadounidense, Barack Obama, condenó la "terrible carnicería" de los armenios otomanos pero volvió a evitar referirse a los hechos como genocidio.
Este mes, Ankara también llamó a consultas a su embajador en el Vaticano luego de que el papa Francisco describiera las matanzas como "el primer genocidio del siglo XX".
La comunidad armenia de argentina realizó actos en varias ciudades por el centenario del genocidio
En Buenos Aires, la comunidad armenia asistió a una misa en la Catedral San Gregorio El Iluminador, en Palermo, donde participaron autoridades comunitarias y de la Ciudad de Buenos Aires que al finalizar el oficio colocaron una placa recordatoria.
"La convocatoria de este año fue significativamente mayor", aseguró Hugo Kuyundjian, miembro de la comisión organizadora del centenario del Genocidio Armenio.
Desde la explanada del Centro Cultural Haroldo Conti (la ex ESMA), adonde hoy se inauguró la muestra Memoria del Genocidio Armenio, 100 años contra la negación y el olvido, Kuyundjian, consideró que el aumento de la convocatoria se debe al simbolismo del centenario y a la mayor visibilidad que tiene el tema.
"En primer lugar, lo simbólico es el centenario; segundo las declaraciones del papa Francisco el 12 de abril pasado. Eso visibilizó el tema en los medios y quiérase o no, moviliza más, convoca más", agregó.
En un discurso histórico, el Pontífice calificó el trágico evento como el "primer genocidio del siglo XX" y llamó a los líderes de todo el mundo a reconocerlo porque "negar el mal es como dejar que una herida continúe sangrando sin sanarla".
Paralelamente a la misa, se realizó una campaña de donación de sangre convocada por la Cruz Roja armenia, que en pocas horas superó el número esperado de 100 donantes.
En tanto, la Colectividad Armenia de Rosario, celebró un acto en el Monolito a Mártires Armenios en la Plaza de Colectividades ubicada en Dorrego y el río, donde participaron autoridades provinciales y municipales junto a representantes de otras colectividades de la ciudad.
A su vez, la Universidad Nacional de Rosario a través de la Cátedra Armenia y la Fundación Consejo Nacional Armenio presentaron en el Museo de la Memoria la muestra fotográfica titulada: Imprescriptible Camino a los 100 años del genocidio contra el pueblo armenio, precisó un comunicado.
En Córdoba, a su vez, la comunidad armenia también recordó la muerte de 1,5 millones de sus antepasados a manos del Imperio Otomano, un genocidio que Turquía, el heredero político de este imperio, se niega aún a reconocer.
El programa de actividades en esa ciudad comenzó a la mañana con la celebración de una misa en la Catedral en memoria de las víctimas del genocidio, y por la tarde cientos de personas marcharon desde General Paz y Santa Rosa hasta la explanada de la ex Plaza Vélez Sarsfield, frente al Shopping del Patio Olmos.
Allí, Bersuit Vergarabat y otras bandas locales participaron de un Recital por la Paz.
La convocatoria estuvo a cargo de la Colectividad Armenia de Córdoba y contó con la adhesión de organismos de Derechos Humanos y de sectores políticos y sociales, como el movimiento Unidos y Organizados.
Por otra parte, en Mar del Plata, se realizó un acto en el Concejo Deliberante de la ciudad en el que participaron el intendente de General Pueyrredón, Gustavo Pulti, el Presidente del Concejo, Ariel Ciano, el Director de Derechos Humanos, José Luis Zerillo, integrantes de la comunidad Armenia, concejales y funcionarios del gabinete municipal, entre otros.
El jefe comunal informó que elevó un proyecto al Concejo Deliberante para emplazar un memorial en homenaje a los mártires del genocidio armenio, en la plaza ubicada frente al Museo MAR y recordó a "los primeros 400 intelectuales armenios que fueron perseguidos, arrancados de sus lugares”.
Pulti expresó que “una vida es una vida, pero por sobre todas las cosas, una vida destruida desde el ejercicio del poder, desde la presunción de legalidad que tiene el Estado, es una vida doblemente asesinada. Y el que acepta esas formas de violencia no está lejos del nazi que operaba en Alemania en una cámara de gas”.
También en Mar del Plata, el Observatorio de Derechos Humanos Municipal, recordó hoy, en un comunicado de prensa, que “el día 24 de abril se conmemora los cien años del genocidio del pueblo armenio por parte del Estado Turco, que es reconocido como el primer asesinato en masa del siglo XX”.
Mientras tanto el Presidente de la Asociación de Residentes Armenios de Mar del Plata, Avedis Sahakian, destacó que “llegar al tema del reconocimiento fue un camino muy difícil” y consideró que “el legado" que pueden dar a las nuevas generaciones "es el conocimiento de cómo ocurrieron las cosas para que nunca más vuelvan a suceder".
Otros actos tuvieron lugar en la ciudad de La Plata y en Ushuaia.
Pese a que el centenario del genocidio, que comenzó en 1915 y terminó alrededor de 1923, se conmemora hoy, en Buenos Aires la comunidad armenia decidió postergar los actos centrales para la semana que viene, para no superponerse con la víspera de las elecciones PASO en la Capital Federal.
El próximo martes a las 19 la Comisión del Centenario del Genocidio Armenio en Buenos Aires convocó a marchar hasta la residencia del embajador turco para reclamar que Ankara reconozca la responsabilidad del Imperio Otomano.
Finalmente el próximo miércoles a las 20 la misma comisión cerrará las conmemoraciones del centenario con un masivo acto en el Luna Park.