Un Congreso militarizado por segunda vez. La represión policial contra los manifestantes contrarios a la reforma previsional fue feroz y a los detenidos se los llevaban hasta de los pelos. Un militante perdió un ojo.
Pasadas las 14 hs, una enorme concentración se extendía desde las inmediaciones del Congreso hasta la Avenida 9 de Julio. Docentes, estatales, trabajadores del sector privado, estudiantes, jóvenes, familias y, por supuesto, jubilados y jubiladas. Contra ellos se desataría la represión de la Policía de la Ciudad que dejó decenas y decenas de heridos, hasta ahora sin cifra certera.
Entre los heridos graves hubo dos integrantes del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL). Esa organización difundió la foto de uno de sus militantes hospitalizado, y aseguró en “nuevamente el gobierno no dudó en desplegar todas sus fuerzas represivas, con carros hidrantes, gases lacrimógenos y balas de goma, por lo cual hay varias personas heridas entre las que se encuentran dos integrantes de nuestra organización, uno de ellos de mucha gravedad ha perdido un ojo por las balas policiales disparadas a corta distancia y a la cara”.
“Estuve en la movilización, vi la represión como un acto criminal. En un momento cuando decidieron desalojar la plaza tiraron desde los techos gases lacrimógenos. Vi corridas como nunca había visto. Constaté detenciones durante la movilización. La mayoría de las personas que pude entrevistar, estaban caminando o intentando refugiarse, algunos fueron sorprendidos por la espalda sin siquiera llegar a ver quién los detenía”, relató la abogada Elizabeth Gómez Alcorta.
“No voy a retroceder nada porque la calle es del pueblo. No pueden reprimirnos por repudiar el robo al pueblo.” Con una mano en alto y el dedo índice apuntando al cielo, Carmen avanzó sola por el medio de la 9 de Julio de frente a los escudos de la Federal, que esperaban parapetados en el límite de Avenida de Mayo y Lima. “Soy jubilada”, se presentó, “y no voy a dejar que pasen este robo así como así, nos tienen que dejar protestar”.
No le hicieron caso a la jubilada. Los escudos se le acercaron. Un camión cisterna reacomodó posición y apuntó el cañón hacia el frente. “No se les ocurra tirar, hijos de puta, paren la mano, hijos de puta. Macri, deja de reprimir”, gritó un hombre caminando hacia la Federal. Que hizo volar bombas de gas lacrimógeno. En respuesta recibieron cascotazos, pedazos de baldosas que los manifestantes rompieron con palos. Los escudos se abrieron y dejaron pasar a una treintena de motos que se dispusieron a barrer toda la zona. Dos policías por cada moto; uno al manejo, el otro escopeta en mano, persiguieron a los manifestantes a puerto balazos de goma. Los que recorrieron la 9 de Julio hacia el sur corrieron a un grupo de manifestantes hasta acorralarlos en Alsina. Allí cayó un pibe al que una moto le pasó por encima y terminó asistido de gravedad en el Argerich. Los perdigones que le impactaron en la espalda le quedaron incrustados en la carne. Quedó en estado de shock, perdió mucha sangre.
No contentos con el ataque, la Federal motorizada retomó Bernardo de Irigoyen hacia el sur. “Estaban persiguiendo al grupo de chicos que estaba con el pibe al que le pegaron mal y que, asustados, se metieron acá en el local”, contó un manifestante que estaba en la puerta de ese bar llamado “Chori Bien Argento” cuando las motos los cercaron y los gasearon sin freno. “Tiraron bombas de gas adentro del local, tiraron acá entre las mesas, mirá como nos dejaron a todos”, se quejó. La cara la tenía desfigurada.
Tras recorrer varias veces la zona, las motos armadas estacionaron sobre 9 de julio y, por tandas, se fueron retirando. Quedaron otras, montadas por efectivos individuales, monitoreando. Algunas camionetas de la Federal también comenzaron a irse. Quedaron solo los escudos y algunos manifestantes. A unas cuadras, en el Congreso, los diputados seguían sesionando.
Como parte de la represión, los uniformados se ensañaron con un anciano. El hombre estaba en la vereda cuando un grupo de policías lo rodeó, lo roció con gas pimienta en la cara y, por si fuera poco, un policía le dio un cachiporrazo en la espalda. Los efectivos se fueron dejándolo maltrecho. Por lo que se pudo apreciar en un video, el anciano estaba sólo mirando.
La represión en Plaza Congreso también tuvo su coletazo bajo tierra con el gas lacrimógeno que llegó hasta la Línea A de subte, que corre bajo la avenida de Mayo. Los pasajes de una formación que se detuvo en la estación Sáenz Peña, justo en el límite de la plaza, fueron afectados por el gas y hubo acceso de lágrimas en víctimas inesperadas de la represión.
Después de la feroz represión de la tarde miles de personas de autoconvocó en varias plazas del país a golpear sus cacerolas en contra de la ley y de la violencia, pero la policía macrista no lo soportó y también les tiraron gases.
El periodista de La Nación, Tomás Marcó del Pont, relató desde su twitter la represión a los caceroleros que se habían autoconvocado pacíficamente en las afueras del Congreso para repudiar la reforma y la violencia: "3 Am. Ni una piedra ni botella. La polici decidió salir a cazar gente porque si".
Fuentes: Pagina12/LID/DirarioRegistrado