En el Día de la Tierra, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible se refirió a las consecuencias del maltrato que sufre el planeta, a la relación con la pandemia del Covid-19, al tratamiento de los residuos y al rol de los jóvenes ante la necesidad de cambiar arraigadas costumbres sociales.
Este miércoles 22 de abril, se cumplieron 50 años de una movilización que fue el primer llamado de atención sobre el maltrato al que mujeres y hombres sometemos al planeta. En los Estados Unidos, convocados por un político y activista ambiental, Gaylord Nelson, estudiantes de miles de universidad y escuelas exigieron un cambio rotundo a sus gobiernos. En su recuerdo, en muchos países se celebra hoy el Día la Tierra.
En este marco, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié (42 años, docente, ex legislador porteño y nacional) explicó que “aquella movilización tuvo un significado muy fuerte porque puso sobre la mesa un tema casi ignorado”.
“Los primeros resultados se vieron en la Cumbre de Estocolmo, dos años después, cuando las naciones, tímidamente, empezaron a discutir la relación entre producción y cuidado del planeta. Luego vinieron la Eco 92 de Río de Janeiro, la firma del Protocolo de Kioto (1997) y finalmente el Acuerdo de París, en 2015, por el que los países firmantes nos hemos comprometido a la baja de emisiones de gases que producen el efecto invernadero, el calentamiento global y los eventos climáticos que acarrean”, agregó.
A continuación, la entrevista completa:
-Ministro, ¿cómo se ubica la Argentina dentro de ese panorama?
-Como país, ratificamos el Acuerdo de París; en diciembre pasado tuvimos gran participación en la Cumbre del Clima de Madrid, además de los compromisos asumidos para los próximos treinta años. Hay que tomar conciencia de que debemos cambiar. La actual pandemia no es ajena a la alteración del ecosistema por parte del hombre. Por ejemplo, en Brasil, la enorme deforestación de la Amazonía produjo un aumento sideral en los casos de malaria. El Covid-19 también tiene su origen en actividad humana que alteró el hábitat de ciertas especies.
-La Tierra reacciona ante nuestras acciones. Los recientes incendios de Australia y Brasil son la clara consecuencia de la deforestación.
-Sin lugar a dudas. Son respuestas a la que tenemos que estar atentos, hay tomar conciencia de que el planeta no resiste más, que hay una responsabilidad ecológica que debemos asumir tanto los gobiernos como las sociedades y el sector productivo. Sería muy malo que una vez que termine la pandemia n o hayamos aprendido la lección. Porque entre todos, el cambio es posible ya que es la misma Tierra la que nos exige actuar.
-Uno de los grandes problemas de las ciudades argentinas es el tratamiento de los residuos.
-Absolutamente. Comparando con algunos países europeos, tenemos siglos de atraso. En las primeras semanas de gestión recorrimos varias provincias. Es muy triste saber que hay más de 5.000 basurales a cielo abierto. Por eso, nuestro principal objetivo es incidir para que la sociedad tenga mayor grado de conciencia. En realidad, en este aspecto la sociedad está más adelantada que la política, en especial, las nuevas generaciones que tienen a la ecología como una prioridad. Los que tomamos decisiones -transitorias por el lugar que ocupamos-debemos darle gran importancia a la cuestión ambiental y no seguir pensando que es un tema colorido, un tema simpático.
El sector productivo tiene una mayor responsabilidad porque el mundo cada vez establece más restricciones a quienes no respetan el ambiente. A partir del Pacto Verde, que se firmó en diciembre pasado con el objetivo de erradicar las emisiones de carbono, si pretendemos vender nuestros productos primarios a Europa debemos respetar al planeta y, por ejemplo, no fumigar con glifosato las plantaciones de soja.
-Y no son temas a plantearse en el futuro…
-No, la discusión es ahora. Eliminar los basurales a cielo abierto, controlar la emisión de gases que ocasiona el transporte, terminar con la deforestación que pretende dar más espacio para la soja y el ganado… No podemos atentar contra los árboles, que son fuente de oxígeno. La consecuencia del calentamiento global son los eventos climáticos –sequías, inundaciones, temporales- que entre otros males, han hecho que el 12% de la población mundial no tenga acceso a agua de calidad. A mayor deforestación, mayor efecto invernadero.
Por otra parte, no debe haber un enfrentamiento entre Economía y Ecología, sino una Economía que lleve una relación armónica con la Naturaleza que, además, permitirá la creación de nuevos empleos.
-¿Un primer paso, como sociedad, es encarar el reciclaje de los residuos domésticos?
- Es un cambio de vida, una modificación de prácticas culturales muy arraigadas, como el consumo permanente o el descarte constante. Al reciclar aportamos materia prima para la industria. El reciclaje de residuos es la primera experiencia de solidaridad que podemos hacer en el seno de nuestra familia. Cuando reducimos residuos somos solidarios con los recicladores -que son el eslabón más importante de esta cadena-, con nuestra economía -porque se vuelve a utilizar en la industria- y con nosotros mismos, porque mejoramos el planeta. Esta pandemia nos llama a reflexionar que hay salida, pero sólo si es todos juntos, solidariamente, y con un Estado presente.