miércoles, 17 de noviembre de 2010

Graciela Camaño según La Nación.

El Domingo 12 de marzo de 2006, La Nación titulaba: "Graciela Camaño: una militante que vale por dos".

En esa nota se podía leer: Sería fácil explicar a Graciela Camaño como la mujer del polémico Luis Barrionuevo, famoso por acopiar frases brutales, como aquella en la que aconsejaba dejar de robar por dos años. Pero las cosas no son así en el caso de esta chaqueña dura -impiadosa, dicen algunos- a la hora de negociar leyes y segura de sí misma como para ocupar lugares clave en el engranaje de poder de la Cámara baja, a la que ingresó durante el gobierno de Carlos Menem.

"Tiene capacidad de frenarte una ley por las alianzas que maneja", coinciden sus pares -oficialistas y opositores-...

Sus puentes con la CGT y el mundo de los gordos (los gremios más poderosos), más los lazos con el peronismo bonaerense, parecen ser los puntos fuertes de esta mujer a la que muchos le tienen respeto, sí, pero también miedo. El jefe de una bancada opositora en Diputados lo resumió así: "No es que le tenga temor, pero si digo abiertamente lo que pienso de ella, no apruebo más una ley".


... El sociólogo Julio Godio, especialista en temas gremiales, asegura que el poder de los gremios está sujeto a los fondos de las obras sociales, así que quien maneje esos fondos podrá dominar el abanico de la CGT.

Una premisa que Camaño (y Barrionuevo) parece haber seguido puntualmente, a pesar de que ella juegue al golf y él grite en Chacarita Juniors. O que el gastronómico queme urnas -como en 2003, cuando lo inhabilitaron como candidato- y la diputada garantice la salida de leyes clave, maquillada y en tailleur.

Sin negar sus méritos personales, el jefe del bloque Ari en Diputados apunta: "Ella expresa intereses económicos vinculados a las obras sociales de los sindicatos y a actividades relacionadas con la Salud, y lo sabe"...


En el gremio gastronómico

Graciela Camaño era una chica difícil a principios de los setenta. Tenía poco más de veinte años y, según cuentan sus amigos de entonces, Barrionuevo hizo una apuesta para conquistarla. Así fue como el gastrónomico terminó convirtiéndose en su marido, con quien hoy tiene dos hijos: uno de 17, al que llaman Junior, y Melina, de 22. "Cuando se conocieron no tenían un peso", relata una amiga de Camaño, que ahora es dirigente gremial.

Había venido del Chaco a los siete u ocho años y se instaló con su familia en la localidad bonaerense de Los Polvorines. A los 15, a la vez que estudiaba en la secundaria, trabajaba también como operaria en una fábrica de zapatos; más tarde, se recibió de maestra. En esos años, fabricó detergentes y puso una boutique en San Martín.

"Siempre fue una mina muy laburadora y militante, ojalá hubiera usado esa capacidad para una buena causa", dicen de ella en el campo gremial, en donde muchos sectores le facturan que no representa los intereses de los trabajadores.

Gracias a su vínculo con Barrionuevo, en los setenta ingresó al gremio gastronómico, a pesar de que nunca fue camarera, ni trabajó en ningún restaurante. Sin embargo, llegó a ocupar en la obra social de los mozos otro lugar estratégico: la gerencia de Recaudaciones. Y aunque ella admite que nunca fue trabajadora gastronómica sino militante gremial, saca a relucir su proyecto de laudo gastronómico -propone que los mozos tengan una participación del 10 por ciento sobre el total de la ventas- como una de sus acciones en defensa de los trabajadores. Desde el sindicato gastronómico opuesto al de Barrionuevo, Daniel Jorajuria (CTA), su secretario general, se queja de que "ella nunca consulta a los sectores que supuestamente representa" y alerta sobre las desventajas encubiertas que supuestamente tiene la medida.


Menem y Duhalde

A pesar de que hoy quizá no le guste recordarlo formó parte del menemismo desde su embrión. ... La única elección importante que ganó Camaño en su distrito, San Martín, fue a finales de los 80, cuando el riojano disputó y ganó la interna peronista contra Antonio Cafiero que le abrió la puerta a su primera presidencia. San Martín siempre fue el territorio político de Camaño, aunque nunca le dio demasiadas satisfacciones. Cuando quiso ser intendenta, no le alcanzaron los votos. Eso fue en el 95, cuando perdió una interna contra el duhaldista Antonio Libonatti.

Claro que, entonces, ella estaba en el bando opuesto al del caudillo bonaerense.

Poco después del incendio de 2001, Eduardo Duhalde era el presidente de un país en carne viva y decidió sumarlos a ella y al marido como aliados buscando algo de oxígeno y algunas garantías de gobernabilidad. Nombrando a Camaño al frente del Ministerio de Trabajo buscaba respaldo en el imperio legislativo. Entonces necesitaba leyes clave en la negociación con el Fondo.

La ministra manejó desde su cartera no sólo los 70 millones de pesos del presupuesto, sino también la plata de los planes Jefes de Hogar. Bajo su órbita estaban las superintendencias de las AFJP, la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) y algo del Pami. Precisamente, políticos, algunos gremialistas e investigaciones periodísticas siempre vincularon a Barrionuevo con manejos poco claros relacionados con la obra social de los jubilados.


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