"En la Plaza no hubo gente.
Tampoco fue gente la que formó ese inmenso río que se metió en la Casa Rosada para despedir a Néstor Kirchner en el Salón de los Patriotas Latinoamericanos.
En uno y otro lado, en la Plaza y en la Rosada, estuvo el pueblo.
Ese colectivo heterogéneo, policlasista y apasionado que la dictadura y el menemismo quisieron desaparecer y al cual hoy los grandes medios concentrados le ningunean la existencia y pretenden transmutarlo en “la gente”, ese otro colectivo disgregado al que le hacen decir lo que quieren, editándolo con pericia obscena. Gente que piensa pensada y habla hablada por la televisión, por los columnistas y los movileros de los grandes medios.
Fue el pueblo –la fuente más legítima de poder a la que puede aspirar un gobernante– quien despidió a Néstor Kirchner.
Fue un reconocimiento al hombre que, con su gestión de gobierno, le devolvió al pueblo una dignidad que no había perdido, sino que le habían arrebatado a fuerza de represión, desocupación, entrega, hambre y miseria".
Por Daniel Cecchini.
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