“Si hay alguien que está aquí con nosotros latiendo esta noche, seguramente ese es Néstor”.
13-11-2010: Minutos antes de las 23, en una noche cálida, Víctor Heredia subió al escenario montado junto a la reja perimetral lindante con la Av. Paseo Colón frente a las escalinatas del edificio, donde un público heterogéneo distribuido por toda la Plaza de Armas y escalinatas del Edificio Libertador, lo recibió con un caluroso aplauso.
Tras un breve y tímido saludo, Heredia comenzó su presentación, que incluiría dieciséis temas, cantando “Veinte Mil Años Patria”, a la que le seguiría “Ojos del Cielo”.
Antes de interpretar los sentidos versos de “Mara” (canción que escribió en honor a su hermana, María Cristina, secuestrada y desaparecida por la dictadura de 1976) donde se pregunta “no sé bien dónde poner tanta tristeza”, Heredia se dirigió por primera vez al público, confesando: “Deben sentir lo mismo que siento yo… Estaba un poco nervioso. Pero bueno... es mejor abrir una puerta que cerrarla, ¿no?”
“Hemos sufrido mucho, pero la realidad es que viendo esta muchedumbre, esta gente reunida aquí, acompañando estas letras que fueron mi catarsis durante muchos año; siento lo mismo que al escribirlas”, aseguró el cantautor, quien agregó que justamente las canciones fueron las que le ayudaron a “no sentirse nunca solo”, además de intuir que en esos tiempos “estaba acompañando espíritus que tenían que ver con la posibilidad cierta de la resurrección de un país”. Entusiasmado concluyó su pensamiento, diciendo: “Y ahora estamos renaciendo, y creo que esto es lo más importante”.
Su repertorio continuó con “Bailando con tu sombra Alelí”, “Marcas”, hasta que llegó la primera ovación de la noche con “Informe de Situación”, momento emotivo extendido con su recordatorio hacia el ex presidente Kirchner.
“Si hay alguien que está aquí con nosotros latiendo esta noche, seguramente ese es Néstor”.
Continuó su evocación afirmando esta vez, que otra persona que “está con nosotros esta noche y hubiera estado sin ninguna duda presente hoy aquí: es la negra Sosa”, por eso entonó en su homenaje los primeros versos de “Razón de vivir”.
Siguió con “Taky Ongoy”, luego “Miente”, que sonó poderosa y eléctrica, que muchos siguieron su ritmo bailando en un escenario que dejo los verde olivas tradicionales para reunir parejas de todas las edades, sobre todo chicos, que mientras sus padres emocionados escuchaban sus letras, ellos, inocentemente y con alegría, ajenos a todo, jugaban trepándose a uno de los tanques y cañones ubicados en la Plaza de Armas.
El público, que fue sumándose a lo largo de la noche (un estimativo hablaba de entre mil doscientas y mil quinientas personas), siguió escuchando varios de sus éxitos como “Coraje”, “El viejo Matías”, “Dulce Daniela”.
Luego llegaría el momento más emotivo de toda la noche con “Aquellos soldaditos de plomo”, tal vez, una de las canciones más tristes, pero a la vez esperanzadora, portadora de un mensaje optimista, y que como el propio Heredia reflexionará segundos antes de interpretarla: “No soy un hombre estúpidamente optimista, soy un hombre severamente esperanzado, y creo que es eso, definitivamente, lo que nos ha juntado hoy aquí, y lo que seguramente como un presagio anoté en esta canción”.
Y así lo demuestran sus versos finales: “Quiero de nuevo el honor /aunque no existan victorias/ quiero llorar con la gloria de una marcha militar/ y un banderín agitar, frente a un ejército popular...”.
Con un show que no excluyó casi ninguno de sus éxitos, Heredia se despidió con “Sobreviviendo” y “Todavía Cantamos”, acompañado por el público que entonó sus estrofas haciendo más cálida esa despedida.
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