martes, 2 de noviembre de 2010
Palabras de la Presidenta de la Naciòn, por cadena nacional, desde Casa Rosada.
Fueron dos claras señales políticas las que dio ayer la presidenta Cristina Kirchner: la explícita, contenida en el breve mensaje que emitió, a través de la cadena nacional, al final de la jornada. Y la otra, la demostración de fortaleza que manifestó al encarar, en su primer día de trabajo tras la muerte de su marido, Néstor Kirchner, una agenda cargada de compromisos, que se estiró durante casi diez horas, incluyendo reuniones con su gabinete, actos protocolares y citas comerciales.
Los poco menos de cinco minutos que dura el mensaje que Cristina Kirchner grabó ayer por la tarde en su despacho y se difundió –a las 20.30– por cadena nacional fueron, al mismo tiempo, el emotivo mensaje de una mujer marcada por la tristeza de haber perdido al compañero de una vida y una declaración de contenido político, en el que destacó el rol central de la juventud en esta nueva etapa de la gestión y dio una respuesta a las especulaciones que cundieron en muchos medios en las horas y días posteriores a la muerte de Néstor Kirchner.
“Son las 17.40 horas del día lunes. En unos instantes más voy a recibir las cartas credenciales de nuevos embajadores en la República Argentina. Un día más de gestión de gobierno pero evidentemente un día diferente en mi vida.” Así comenzó el esperado mensaje, que se emitió finalmente casi tres horas más tarde de cuando se grabó. La decisión de grabarlo pareció acertada, ya que en varios pasajes la voz de Cristina amagó a quebrarse. Aunque la idea de dirigirse al pueblo se evaluó todo el fin de semana, cuando se planeaba la manera de continuar con la actividad, la Presidenta sólo se decidió a hacerlo a último momento, incluso después de la reunión que mantuvo cerca del mediodía en la Quinta de Olivos con el subsecretario de Medios, Alfredo Scoccimarro, en la que repasaron las ideas-fuerza sobre las que improvisaría, como acostumbra, la mandataria.
Aunque fue breve y más que nada emotivo, el mensaje tuvo también su contenido político. Desde el comienzo nomás ya se encargó de desbaratar la teoría de una supuesta debilidad o vacío de poder que buscaron imponer desde algunos grupos mediáticos o sectores de la oposición ni bien se enteraron de la muerte del ex presidente. “He leído y escuchado que este es mi momento más difícil –los frenó Cristina, sin mencionarlos–. En realidad es otra cosa. Es mi momento más doloroso. El dolor es algo muy diferente a las dificultades o las adversidades.”
La Presidenta aprovechó para pasar factura a esos sectores: “Yo he tenido en mi vida política y en mi gobierno en particular muchísimas dificultades y muchísimas adversidades”, les relató, “pero el dolor es otra cosa”. Luego confesó que se trata del “dolor más grande” que tuvo en su vida. “Es la pérdida de quien fue mi compañero durante 35 años, compañero de vida, de lucha, de ideales. Una parte mía se fue con él, está en Río Gallegos”, explicó.
“Pero no es momento de utilizar la cadena nacional para terapia emocional sino para agradecer –buscó atajarse de posibles críticas–. Agradecer a todos y a todas, a todos los hombres y mujeres que se movilizaron, que quisieron verlo, que quisieron despedirlo. Que rezaron por él, que lloraron por él, que no pudieron llegar tal vez acá porque vivían lejos, pero se reunieron en otros lugares.” También le agradeció a quienes le “entregaron rosarios” durante el velatorio. “Los rosarios de él los tengo todos en mi casa en Río Gallegos”, explicó.
Cristina siguió enumerando: “Agradecer las flores, las cartas, las camisetas de Racing, del Racing que él adoraba, hasta también las otras camisetas que le regalaron, que eran de otros partidos (quiso decir equipos), pero igual, a él el futbol le gustaba mucho, y las banderas, también que entregaron”. Con lágrimas en los ojos, y consultando un ayudamemorias, volvió a “agradecer mucho esa inmensa y formidable muestra de cariño y de amor que él se la merecía”. Y continuó: “No voy a tener falsa humildad porque, como decía una dirigente muy importante que ya falleció, ‘Hay que ser muy grande para ser humilde’. Y yo no soy grande, así que no voy a ser humilde, simplemente voy a decir que él se lo merecía.”
Pero todavía se guardaba otra definición, al hablar sobre los jóvenes, que fueron la marca distintiva de la multitud que copó la Plaza de Mayo durante el velatorio del ex presidente. “Permítanme agradecerles en forma especial a las decenas de miles de jóvenes que cantaron y marcharon con dolor y con alegría, cantando por él, por la patria. Quiero decirles a todos esos jóvenes que en cada una de esas caras yo vi la cara de él cuando lo conocí. Ahí estaba el rostro de él, exacto. Y decirles a esos jóvenes que tienen mucha más suerte que cuando él era joven, porque están en un país mucho pero mucho mejor, en un país que no los abandonó, en un país que no los condenó ni los persiguió: al contrario, en un país que los convocó, en un país que los ama, que los necesita, en un país que vamos a seguir haciendo distintos entre todos”, definió la Presidenta en otro pasaje emotivo.
Tras hacer una breve referencia al censo que se llevó a cabo el mismo día de su muerte (“Parece que somos más de cuarenta millones, porque además tuvimos la suerte de que él nos debe haber ayudado, el censo salió muy bien”), Cristina volvió sobre la idea que redondearía su mensaje: no habrá un cambio de rumbo, sino un redoblar esfuerzos.
“Quiero decirles a todos los argentinos que siempre he tenido un gran sentido de la responsabilidad, cuando fui legisladora provincial, cuando fui legisladora nacional y más aún como Presidenta, porque siento que de mí depende la suerte de todos los argentinos. Pero déjenme decirles que desde este miércoles además de esa inmensa responsabilidad que siempre sentí y ejercí con mucho amor, con mucho corazón, con mucha convicción, con mucha pasión, siento otra responsabilidad, que es la de hacer honor a su memoria y hacer honor a su gobierno, que transformó y cambió el país”, prometió. Al borde de las lágrimas, concluyó: “Muchas gracias a todos, por todo”.
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