Hubo quienes como el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, consideraron un exceso el corte de la avenida 9 de Julio por el evento...
Pero con el correr de las horas, tras la inauguración de los festejos, las agendas de los grandes medios comenzaron a ser atravesadas por la potencia de la multitud...
Trataré de expresar en este breve análisis, una forma de aproximación a un fenómeno colectivo tan paradojal como el Bicentenario, en los tiempos que vivimos, con una cultura global, que propende al individualismo atomizante, el miedo al otro y la fobia a lo colectivo...
Pero a pesar de esa cosmovisión del consumo, que atraviesa el planeta, y que nos va consumiendo poco a poco, la impronta humana mostró una véz más, como en los momentos más necesarios de nuestra historia, aparece con su potente presencia...
Esa marea humana dejó a un lado sus temores, sus prejuicios, la inseguridad amplificada por los de siempre y se volcó a un abrazo fraterno que articuló desocupados y empleados, fieritas y chetos, medio pelo y marginales, familias enteras que rompieron con cualquier cuadrícula sociológica que quiera dividirlos o sumariamente encasillarlos en una categoría demográfica...
Y fueron capaces –no tan sólo como la sumatoria de infinitas singularidades sino como algo más, como multitud hecha sujeto– de generar por sí mismos la producción de una verdad, que marca a fuego la subjetividad del presente, en oposición a las habladurías paranoicas que instalan la inseguridad como el primer problema a resolver por los argentinos con más mano dura..."
(extractos de "El Bicentenario, la multitud y las huellas del acontecimiento" - Jorge Muracciole)
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