En la zona de Gurruchaga, Aguirre y alrededores también hay espacios cerrados y muchas ofertas.
Hace varios años, la zona de avenida Córdoba y Scalabrini Ortiz en Palermo, vivió su momento de esplendor y se convirtió en el área de los outlets.
Con locales a full, la movida se fue expandiendo a las calles aledañas, como Aguirre y Gurruchaga, en Villa Crespo.
Pero la caída del poder adquisitivo impactó fuertemente en la avenida Córdoba. Hoy, en sus once principales cuadras, entre Pringles y Godoy Cruz, pueden verse ochenta locales vacíos.
Varias marcas como Kosiuko, 47 Street, MUAA, Sabrina, Sweet Victoria, Legacy y Mimo ya cerraron.
Esta decadencia que impactó más en los últimos tres años, se originó en los tarifazos, los aumentos de alquileres y la baja en las ventas.
Una recorrida por las calles Gurruchaga y Aguirre también muestra locales vacíos y marcas que cerraron sus tiendas como Kevingston, Garçon García, Boating, Agarrate Catalina, Swatch, Buenos Aires Mall, Express y Redcross, entre otras.
Pero esta zona de Villa Crespo sigue luchando por no perder su esplendor. Allí conviven marcas como Lacoste -que supo tener en esa zona el local que más vendía en todo el mundo- con Yves Saint Laurent y Le Bon Marche, que dejaron el glamour de lado y sacaron un cartel a la calle donde ofertan ambos por $12.900; pantalones de vestir a $3.290; dos corbatas por $1.200 y dos camisas por $2.500. Todo en doce cuotas sin interés.
Con poco turismo y muy gasolero, los empleados se quejan que a la baja de las ventas se le suman brasileños que, como saben que Argentina no pasa su mejor momento, regatean los precios hasta el cansancio.
El propietario de una marca masculina que lleva trece años en la calle Gurruchaga, que prefiere no dar su nombre, explica que “me tuve que sentar con el dueño del local y le pedí una rebaja del 40% en el alquiler y accedió. En las buenas épocas, yo mismo le dije que me aumente. La condición siempre fue: en las malas épocas me tendrás que ayudar vos”.
Todos los locales ofrecen mega ofertas, desde 2 x 1, hasta la tercera prenda casi al costo y hasta hay cuotas sin interés. Algo casi inédito en esta zona.
El dueño de otro local de indumentaria muestra como bajó la cantidad de luces para achicar costos y enseña orgulloso todos los carteles con ofertas y promociones para seducir clientes. “Ya no sé cómo ajustar los precios. No estoy ganando plata, sólo estoy sobreviviendo para no tener que echar a ninguno de los muchachos. Ellos me acompañan en el esfuerzo, ajusté los sueldos y lo aceptaron”, explica en pleno local vacío.
Lejos quedaron las épocas en las que la gente se agolpaba para aprovechar los buenos precios de artículos discontinuos. Ahora miran, preguntan, caminan y se van a pensarlo.
Fuente: BAE
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