Estamos en la Semana de Mayo.
Un día como hoy, pero de 1810, los patriotas reunidos en la casona de Rodríguez Peña decidían encomendar a Juan José Castelli y Martín Rodríguez para que transmitan al virrey Cisneros la exigencia popular de convocar a un Cabildo abierto.
El grito de libertad maduraba rápidamente en las calles y en las casas de la ciudad.
Aquel 19 de Mayo la Revolución estaba en marcha.
A doscientos y un años de aquel suceso definitorio en nuestra historia, los que se reúnen para exigir más libertades no son criollos sino miles de jóvenes españoles que se concentraron en el centro de Madrid, en la Puerta del Sol, para reclamar más trabajo y mejor democracia.
Tranquilos, que el eje del planeta sigue en el mismo lugar, centímetros más, centímetros menos, después del terremoto en Japón.
Lo que se ha corrido y derrumbado es el paradigma neoliberal de acumulación financiera del capitalismo.
Ese paradigma que se definió con el Consenso de Washington y cuyos comisarios políticos internacionales fueron los funcionarios del FMI.
Ese paradigma que provocó el quiebre de las economías de muchas naciones con su secuela de desempleo, pobreza y miseria.
Ese paradigma que aun reivindican en nuestro país, obscenamente, los opositores políticos al Gobierno nacional y el monopolio mediático del Grupo Clarín.
En estas orillas, el azote del modelo neoliberal lo sufrimos duramente desde la dictadura en adelante.
Y en plena democracia, Menem y De la Rúa, compitieron por el ranking de los injustos.
El argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001 fue un “punto final” pero escrito por el pueblo.
Algo parecido es lo que está sucediendo por estas horas en España, en Grecia, en Alemania, en Inglaterra, en Irlanda.
Diez años después, claro.
Para poder apreciar los cambios sustanciales que están ocurriendo en el mundo, le proponemos el siguiente ejercicio:
Compare usted una fotografía, cualquiera, del poderoso presidente del Fondo Monetario tomada un mes atrás, sonriente, ganador, “poderoso caballero es don dinero”, con una foto de estas horas, mostrándolo esposado, desaliñado, ojeroso, preso por una presunta violación a la mucama del hotel donde se alojaba.
Ese contraste brutal en la imagen es la que expresa el antes y el después del neoliberalismo global.
Antes acosaban y violaban presidentes, “relaciones carnales” mediante.
Pero como era algo consentido, no había denuncias.
Pues bien, en este lugar del mundo llamado Argentina, esa “fiesta” se terminó.
Es hora de alzar la vista y otear el horizonte más allá de la frontera para comprobar que el mundo es un incendio.
Cuidemos, entonces, nuestra propia aldea.
por Jorge Giles.
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