"Queriendo palpitar el alma del lugar, recorrimos algunas de sus calles.
“Yo se que al Padre Mujica lo asesinó “la Triple A”, de López Rega, pero créame que cuando recorro las callecitas del barrio, de vez en cuando me lo encuentro al Padre en el lugar menos pensado…si hasta me pareció verlo una noche en esa calle tomando una cerveza con los muchachos, allá en esa esquina, ¿vio?. No soy el único, créame; mi compadre me dice que serán las ganas de verlo nuevamente entre nosotros, no se, pero él y otros compañeros del barrio también lo vieron por acá”, contó un viejo vecino.
Es la memoria y el entrañable amor los que le devuelven la vida.
Un colmenar de pibes preparaba el coro de homenaje y la humilde capilla parecía levitar con tantos preparativos.
La Federación de Cooperativas “Padre Mujica”, el local de La Cámpora “Unión Latinoamericana”, el trabajo a destajo de Edgardo Depetri, todos iban de acá para allá, sabiendo que hoy será una fecha especial para la historia del barrio.
Es que allí donde la dictadura primero y el menemismo después, llegaron con sus carros de asalto y las topadoras para desalojarlos, ahora el pueblo del Padre Mujica aguardaba la llegada de una Presidenta que vendrá a abrazarlos.
El 11 de mayo de 1974 la balacera fascista terminó con la vida del sacerdote de los pobres, Carlos Mújica.
Dos años antes, había escrito y leído con sus hermanos de la Villa, una Oración para meditar:
“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ocho años tengan trece; perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por el barro; yo me puedo ir, ellos no; perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las aguas servidas, de las que me puedo ir y ellos no; perdóname por encender la luz y olvidándome de que ellos no pueden hacerlo. Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no: porque nadie hace huelga con su hambre; perdóname por decirles “no solo de pan vive el hombre” y no luchar con todo para que rescaten su pan. Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí. Ayúdame. Sueño con morir por ellos: ayúdame a vivir para ellos. Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame”
El Padre Mujica solía recordar al Abate Pierre enseñándole en sus orígenes de cura comprometido, aquello de “antes que hablarle de Dios al hombre que no tiene techo, hay que ayudarlo a que tenga un techo. Eso es hablarle de Dios, de verdad”
Después de la tragedia del genocidio, con tanto dolor en el vientre de los pobres, con tanta sangre derramada, recién este año el país volvió a los niveles de vida que tenía cuando asesinaron a Mujica, en 1974.
La Argentina volvió a ser el país más igualitario de América Latina.
La Asignación Universal por Hijo, el Plan “Argentina Trabaja”, el presupuesto educativo, la recuperación del ahorro de los trabajadores, los casi cinco millones de nuevos empleos, son los artífices del nuevo camino que los más humildes vienen recorriendo.
Saldar esa deuda con los pobres, es el mejor homenaje a quien eligió morir por ellos."
(Jorge Giles)
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