A un mes de la tormenta que azotó la Capital Federal dañando fuertemente algunos sectores de la misma, en especial en las zonas oeste y sur, todavía quedan secuelas.
Las consecuencias exceden a los vecinos y necesitan del apoyo gubernamental.
Un ejemplo exacto de estas palabras es el Club Glorias de Mataderos, donde los árboles caídos sólo dañaron las instalaciones gracias a la pronta reacción de los profesores que apenas comenzados los vientos sacaron a los menores de allí.
Allí, a exactos treinta días del temporal, los arreglos comenzaron pero se desarrollan con una parsimonia asombrosa.
“Necesitamos la ayuda de la Ciudad porque hay cosas que nos exceden, se necesitaría una maquinaria especial de la que no disponemos y alquilarla es muy costoso”, graficó la situación Sergio Tur, presidente de Glorias.
Una asistencia ausente desde 2010, cuando dejó de entregarle el subsidio aprobado por la Legislatura porteña.
La deuda de ese año asciende a ochenta mil pesos, mientras que en 2011 esa cifra aumentó hasta los doscientos mil.
Reza, Tur, porque en esta oportunidad el auxilio no se demore tanto.
Por las dudas, el club abrió una cuenta corriente (5723/5) en el banco Ciudad, sucursal Mataderos, para que los vecinos puedan dar una mano y “en siete u ocho meses estemos nuevamente disfrutando de la actividad normal con las instalaciones debidamente refaccionadas”.
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