El Presidente francés llegó a las 20:50 a Buenos Aires, pero no había nadie esperándolo. Además, tuvo que darle la mano a un trabajador del aeropuerto, que vestía un chaleco amarillo, una casual alusión al conflicto social que agita por estos días a Francia.
La llegada de Emmanuel Macron, la noche del miércoles a Buenos Aires para participar de la cumbre del G20, encendió las redes sociales tanto en Francia como en Argentina, puesto que nadie del gobierno del Presidente Mauricio Macri estaba esperando al mandatario francés a su llegada a Ezeiza.
Así, tuvo que ser recibido por dos funcionarios del aeropuerto, y uno de ellos portaba un chaleco amarillo, lo que fue interpretado por los cibernautas como una casual alusión al movimiento francés que protesta contra el alza a los precios de los combustibles.
Un conflicto que suma fuerzas y que se ha convertido en un fuerte dolor de cabeza para Macron.
Su desolada llegada a Buenos Aires llamó la atención de los medios, puesto que pese a que estaba la alfombra roja dispuesta en la pista, no había nadie para recibirlo. Nadie excepto trabajadores con chalecos amarillos.
"No es un error, es un horror", dijo un especialista en ceremonial y protocolo sobre la llegada de Emmanuel Macron
"Estas cosas no deben pasar a ese nivel. No es un error, es un horror", dijo Guillermo Fogg, presidente del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales y Ceremonial (Ceric), sobre la llegada de Macron.
El especialista señaló que "un presidente debe ser recibido por otro y más cuando se trata de Francia que es un ejemplo por su protocolo y etiqueta, y es país muy importante, sin subestimar a otros".
"Así no vamos a poder reubicarnos ante la comunidad internacional como una nación creible", remarcó, categórico, Fogg.
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