miércoles, 24 de julio de 2013

Caso Ángeles: como un periodista de Canal 13 y TN, Ricardo Canaletti, intentó plantar pruebas falsas para ensuciar al gobierno nacional

Testigo falsa admitió que dio a conocer su descabellada versión a un periodista de Canal 13, TN y Radio Mitre, que la llevó a la Justicia. Los investigan por falso testimonio.
El juez que investiga a la testigo falsa que fue plantada en el caso Ángeles está poniendo la mirada sobre el diputado opositor de Santa Cruz Eduardo Costa, a cuya oficina la mujer admite haber hablado antes de su intento de intoxicar el expediente. 
Beatriz Nicolaza Fuentes –la testigo falsa– vive en Caleta Olivia, Santa Cruz, y tiene seis causas por estafas y defraudaciones. 
En su declaración ante el magistrado reconoció que habló con la oficina de Costa –ex candidato a gobernador por el radicalismo y principal referente de la oposición santacruceña– y que la secretaria del legislador le dio el teléfono de Canal 13, donde habló con el periodista Ricardo Canaletti. 
Por esa vía, la descabellada versión de Fuentes, que se advertía falsa a primera vista, llegó a la causa judicial. 
El juez Ríos cortó la maniobra, imputó a Fuentes por falso testimonio y ahora todo el artilugio es investigado por un nuevo magistrado. 
Al final de su declaración testimonial, cuando ya había quedado desnudada la falsedad, Fuentes deslizó una frase llamativa: “Hagan de cuenta que esta mentira la dije yo”, sostuvo ante el juez Ríos, la fiscal Paula Asaro y el abogado querellante Pablo Lanusse. 
O sea, dejó entrever que le pagaron para mentir.
Beatriz Fuentes grabó con Canaletti una declaración en la que dijo llamarse Andrea y que su hermana Beatriz vivía en Ravignani 2360, el edificio en el que asesinaron a Ángeles  en el segundo piso, departamento A. 
Que las hermanas escucharon una discusión entre la joven víctima y su padrastro en la que Ángeles le recriminaba porque él la abusaba sexualmente. 
La discusión habría tenido lugar en el pasillo y –según Fuentes– no sólo la escucharon las hermanas, sino también el encargado del edificio, Jorge Mangeri, que venía bajando las escaleras. 
Que ese mismo día del asesinato de Ángeles –o sea el lunes 10 de junio– apareció en el edificio el secretario de Seguridad, Sergio Berni, que le ofreció a ella 25.000 pesos para que no contara nada de lo que había escuchado y que el ofrecimiento también fue para otros vecinos que oyeron lo que pasaba.
La versión chorreaba falsedad por todos lados y, de entrada nomás, parecía tener una clara intencionalidad política: involucrar a Berni y, por esa vía, al gobierno nacional. 
También sabotear la investigación, el trabajo de la fiscal y el juez y, sobre todo, enlodar al padrastro. 
Canaletti introdujo la grabación en la causa a través de Lanusse, aunque éste fue muy cuidadoso y manifestó sus dudas.
Para el juez, la cuestión fue de máxima importancia. 
La declaración de Fuentes lo llevó a ordenar la declaración inmediata de todos los vecinos del edificio de Ravignani, quienes fueron llevados al juzgado a la noche en camionetas de la Policía Metropolitana. 
Se usó esa fuerza justamente porque se investigaba –por la testigo falsa– a Berni, quien tiene a su cargo a la Policía Federal. 
Cuando el tercer vecino contó que en el segundo piso, departamento A, no vive nadie desde hace cinco años, todos los presentes –el juez, la fiscal y Lanusse– confirmaron que Fuentes era parte de una maniobra grotesca. 
Por supuesto que ningún otro vecino había escuchado ninguna discusión. 
Hoy se sabe que la madre de Ángeles no estaba en el edificio, ningún vecino conocía ni a la tal Beatriz ni a una Andrea y, como era obvio, tampoco ningún vecino recibió una oferta de Berni ni lo vieron aquel día del asesinato de Angeles.
El juez ordenó la convocatoria inmediata de Fuentes y la testigo terminó imputada por falso testimonio. 
En su declaración la mujer empezó admitiendo que ella nunca estuvo en el edificio de Ravignani, que su hermana no es Andrea, sino María, que tampoco vive allí y que la historia tuvo que ver con una persona de edad a la que supuestamente encontró en la terminal de micros de Comodoro Rivadavia y que le contó lo de la discusión y lo de Berni. 
Pero lo llamativo es que Fuentes reveló cómo fue el camino para introducir sus mentiras en el expediente. 
Dijo, textualmente, que “llamó al diputado de su provincia, Eduardo Costa y le dieron para llamar a Canal 13. Que a Costa lo conoce de su provincia, lo ha visto y él la conoce. Que la secretaria le dio el teléfono de Canal 13. “No fue el diputado el que me dio el teléfono, fue la secretaria privada. El no atiende nunca”, precisó.
El relato es llamativo, parece improbable que una secretaria no haya, como mínimo, consultado con su jefe, en especial tratándose de un caso de máxima repercusión en el país. Además, estaba involucrando en una maniobra grave a un funcionario nacional.
Ante el juez Ríos, el relato de Fuentes estalló en pedazos. 
Dijo que aquel llamado con Canaletti fue el único que hizo, pero quedó probado que antes de la grabación ya habían hablado. 
En la cinta hablaba en plural, en nombre de ella y su supuesta hermana, ante el juez todo eso se cayó: la mujer admitió que ni ella ni su hermana tienen nada que ver con el edificio de Ravignani, que nunca estuvieron allí y que no tiene la identidad ni sabe nada de la anciana que le contó lo que ella dice que le contaron.
La grabación fue entregada por Canaletti a Pablo Lanusse quien la incorporó a la causa, con muchas dudas. 
Varias veces, durante la declaración de Fuentes, Lanusse dejó constancia de que la mujer faltaba a la verdad.
Acorralada por todos los presentes, la testigo falsa se despachó con la frase que dejó a los que estaban allí con la boca abierta: “Hagan de cuenta que esta mentira la dije yo, si no queda otra”.
 La impresión que quedó es que la testigo había sido colocada y que hubo dinero de por medio.
El juez Ríos vio la gravedad de la maniobra y lo que había implicado: entre otras cosas, la convocatoria de noche a todos los vecinos. 
Remitió una copia de la declaración de Fuentes a la oficina de sorteos de la Cámara del Crimen para que otro juez intervenga ante “la eventual comisión del delito de falso testimonio”.
Por Raúl Kollmann

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