viernes, 6 de enero de 2012

Tarifazo de Macri en el Subte: del "deme dos" al "deme cincuenta"

"¡No me vendieron más de 50 viajes!", se quejó Carlos, un joven abogado que se traslada a diario en la línea A del subte porteño. "¿Dónde está escrito que no pueden vender más? El stock lo tienen que poner a la venta, salvo que haya una reglamentación escrita y presentada en la boletería", señaló, enojado, mientras se disponía a hacer nuevamente la fila en la boletería de la estación L. N. Alem. Por el gesto que se le veía en la cara, ningún obstáculo se interpondría entre él y su meta del día: comprar 100 viajes, como mínimo. "Y lo peor de todo es que después de esta fila y del aumento, hay que viajar como vacas", remató.

Al igual que Carlos, miles de usuarios realizaron ayer largas filas en las boleterías del subte para comprar la mayor cantidad posible de boletos a $ 1,10. El tarifazo PRO, fue el principal tema de conversación entre quienes se encontraban en las estaciones, y a la salida de la boletería cada comprador repetía el ritual del cálculo de la ganancia que suponía su nuevo tesoro. La matemática fue la gran protagonista.

"¿Cuántos te dieron?", le preguntó por lo bajo Karina a Florencia, ambas compañeras de trabajo en una obra social. "No me quiso dar los 100 que le pedí; me dio sólo 20", le respondía ella, una oficinista de unos 30 años, ansiosa por llegar a los 60 Subtepass de cinco viajes que le significarían un ahorro de 240 pesos. Mientras contaba su botín, Karina se dispuso a hacer nuevamente la fila para lograr la hazaña de la jornada: obtener 300 viajes para cada una, horas antes del aumento más significativo de los últimos años en el precio del boleto de subte (Macri lo hizo). "Es que se va a más del doble -explicó-, y encima de los dos viajes diarios en subte, tengo que tomar colectivo. ¡Pago para trabajar!"

"Esperemos que después de esto se vean mejoras en los servicios", indicó Sebastián, un contador de 31 años que también hacía la fila correspondiente en L. N. Alem, donde las boleterías vendían 50 viajes por persona. Sebastián ya había comprado cien, y en su tercera vuelta iba por los 150, la meta económica de la mañana.

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