domingo, 20 de octubre de 2013

Cierre de campaña

La última operación sucia contra el Kirchnerismo en general y La Cámpora en particular, fue el cierre de campaña editado por Clarín, La Nación y Perfil.

Kirchneristas, no kirchneristas y antikirchneristas mostraron sus partes duras y sus partes blandas en la previsible reacción.

Esta vez el blanco fue Juan Cabandié. No fue un blanco cualquiera. Los reyes de la jungla andan de caza mayor por estas horas. Hay que cazar a los Hijos, a las Madres, a las Abuelas, a Cristina, al proyecto de país que encarna el Kirchnerismo. De eso se trata.

Buscaron eliminar la imagen vencedora en el debate televisivo que por amplio margen ganó Cabandié. Esa vez el tiro les salió por la culata a los dueños de TN. Creían que el final cantado de esa noche era un Bergman ya posicionado en el primer escalón, una Carrió glamorosa por su amplia experiencia en las bancas televisivas y un Cabandié dando pena, temeroso, inexperto, ubicado como se merece en el último lugar.

Pero el final fue otro. Se impuso Cabandié por mejores argumentos y mayor templanza sobre los otros dos candidatos.

Había que dañarlo con un golpe certero antes que siga creciendo; pero que todo pareciera un “accidente”.

Y otra vez el tiro les salió por la culata.

Los primeros videos editados muestran a un conductor ofuscado contra una agente de tránsito y un par de gendarmes. Multiplicada esa imagen en las redes sociales y maliciosamente editadas en los títulos y las editoriales de Clarín, TN y La Nación, una jauría cargó contra Cabandié.

Por humanidad o simplemente por reflejo, algunos publicamos inmediatamente en los muros virtuales que eso era una operación de Clarín, ese monopolio que aún debe pedir perdón a la sociedad por su complicidad con la dictadura. Y por las ofensas a Néstor Kirchner y a la Presidenta.

O quizá la nuestra fue una reacción por haber aprendido hace mucho tiempo conocer a los canallas. Y al enemigo del pueblo, uno aprendió a no creerles nada. “Ni un tantito así”, diría el Comandante.

Volvamos al video.

¿Cabandié chapeó con su condición de diputado? No.

¿Cabandié alzó su dedo medio y les dijo “fuck you” (como hace Lanata) a los uniformados? No. 

 ¿Cabandié les ofreció pagarles una coima para zafar de la pinza? No.

¿Cabandié se negó a pagar la multa? No.

¿Cabandié tenía que dejar que le secuestren el auto por no portar el último pago de un seguro que portaba? No.

¿Y entonces cuál es el delito que comete para condenarlo en juicio sumario en la plaza pública de Magnetto? “Pasa que se calentó”, responderán algunos. Y allí se descubrió que era un ser humano como cualquiera. Y ese sí que es un pecado.

Pero aparece el video en crudo, con la marca de agua de la Policía Metropolitana, que lo muestra reflexivo, sereno, argumentando que no había cometido una infracción como para que le secuestren el auto y le revisen el bolso y lo retengan 40 minutos en un puesto de control de tránsito.

Hay que observar la grabación completa.

¿Por qué no difunden este video con la misma frecuencia que los anteriores?

Porque se demuestra allí que los primeros videos son un recorte malicioso de lo que realmente pasó esa noche.

Juan Cabandié fue expuesto al apedreo de los periodistas que creyendo a pies juntillas el video difundido por Clarín le pedían que se arrepienta de tan mal comportamiento. Lo hacían sin pudores. Les faltaba la toga y el cilicio del inquisidor. “Arrepiéntete malvado”. “Pedí perdón a esa chica”. Algunos comunicadores y dirigentes políticos mostraron la hilacha.

Por estas horas muchos se preguntan si impactará o no en el resultado electoral del próximo domingo. Si impacta negativamente es que el Grupo Clarín sigue ganando la batalla cultural con sus mentiras. Es así de sencillo. Y si tiene que suceder, que suceda. Pero importa aprender de esta lección que nos deja “el caso Cabandié”.

Que los periodistas y políticos que bailan al compás de la batuta de Clarín hayan dicho las barbaridades que dijeron, no es novedad. Pero que se coman esta operación aquellos y aquellas que no lo son, es una pena.

Nadie tiene el derecho a “absolver” a Cabandié. No hay razón para hacerlo y mucho menos hay autoridad moral superior a la de él para tener que hacerlo.

Lo cierto es que a falta de capacidad para dotar a Massa y a Macri de mejores propuestas para ganar al Kirchnerismo y a falta de mejores ideas y proyectos de país para ofrecer ante la sociedad, hacen lo que siempre hicieron: destruyen al adversario, o intentan hacerlo. Son expertos en demoliciones. De construir algo, ni idea.

¿Los que adhirieron fácil y rápidamente a la operación ya le pidieron disculpas a Cabandié por juzgarlo antes de tiempo?

Es un error político dejarse guiar por el conocimiento sensorial, el primero que se nos aparece. Hay que aprender a cultivar el conocimiento racional para llegar finalmente a un criterio de verdad. En este caso, encima, no había necesidad conociendo a los actores.
Conociendo a Clarín sobre todo. Y es un error mayor no difundir hasta el cansancio toda la verdad de esta operación hasta desnudarla en público con la divulgación del último video. ¿Por qué no se hace? ¿Por qué se sigue hablando de la primera versión escandalosamente editada? ¿Por qué no se denuncia el asesoramiento del ex gendarme Maza el que lideró el alzamiento el año pasado?

¿Por qué los candidatos, vengan de donde vengan, siguen creyendo el mentiroso guion que difundió Clarín?

No será este un asunto cerrado hasta que todos ellos pidan disculpas a Cabandié.

Una elección se puede ganar o perder. Lo que no se puede perder es la memoria y el rumbo hacia el futuro.

Esta nueva canallada es el cierre de campaña opositora, bien sazonada por la foto escuálida de Sergio Massa en soledad con Reuteman y Lavagna y “la gente del campo” y por las editoriales de Majul y de todo el staff de TN, La Nación y Perfil.

La Plaza de Mayo llena de pueblo cantando “Fuerza Cristina”, fue la mejor respuesta a esta sucia operación contra Juan Cabandié.

La vida, además, le reservó otra linda caricia: la llegada de su hijo, Ciro Néstor, justo el Día de la Lealtad.

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