La facturación en los supermercados y grandes centros de compras evidencian la fuerte caída de las ventas en términos reales ya que la inflación en año pasado llegó al 44 por ciento en la Ciudad de Buenos Aires. Además, la caída del consumo hundió la economía durante 2016.
Hay onda preocupación entre los analistas porque el consumo privado representa el 74 por ciento del Producto Interno Bruto (a precios constantes de 2004).
Es la variable clave a observar de la demanda global si el objetivo es impulsar el crecimiento económico.
Ni el consumo público (12 por ciento del producto), ni la inversión privada (20) y las exportaciones (18) pueden actuar como motores potentes en la economía argentina para alimentar un sendero sostenido de crecimiento (el total da 124, a lo que hay que restar las importaciones –Oferta Global– que representa el 24 por ciento del PIB).
Si el consumo privado sube uno por ciento, con el resto de los factores constantes, el PIB aumenta 0,74 por ciento.
Por eso resulta clave lo qué pasa con el consumo privado.
Quienes pueden acelerarlo son los trabajadores, jubilados y titulares de derechos sociales porque tienen una muy elevada propensión a consumir la totalidad de sus ingresos.
El resto de los participantes en el consumo privado son sectores que si aumentan ingresos destinan gran parte de ellos al ahorro.
Pese a ello, el nuevo titular del Banco Nación, Javier González Fraga, rechazó las políticas de estimulación de consumo, que durante la última década pusieron en marcha a la economía tras la crisis de 2001. “Queremos un país de propietarios”, enfatizó.
Fuente: Página12
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