miércoles, 30 de septiembre de 2015

"El Flaco veía lejos. Hasta las estrellas, ida y vuelta"

Era la Argentina que aún pugnaba por salir del infierno, como a Néstor Kirchner le gustaba decir.

Dicen que él ya estaba a punto de ir a dormir. Era de noche, tarde, muy tarde. Uno de sus secretarios le advirtió que la llamada era urgente.

Dicen que entonces atendió preocupado y preguntó: "Y ahora qué pasa?" 

Del otro lado de la línea el funcionario respondió: "Disculpe la hora Presidente, pero no nos concedieron extender los plazos y si no aceptamos hacer la reserva de la órbita, la autoridad internacional regulatoria espacial dispondrá de inmediato la anulación de la República Argentina como titular de la misma y se la concederá al próximo país en esa lista, que como Usted sabe, es Inglaterra".

Dicen que el Presidente volvió a preguntar: "¿Y es mucha plata eso para nuestro presupuesto, no?".

Dicen que le respondieron: "Mucha, Presidente, mucha". 

Y el funcionario agregó: "Tómese tiempo para meditar, Presidente y si usted está de acuerdo, lo vuelvo a consultar en una hora, que es el tiempo que nos dan". 

El Presidente, dicen, respondió tajante: "Ya mismo haremos la reserva. Aún no tenemos satélite, pero tenemos sueños y por eso, los vamos a construir nosotros mismos más temprano que tarde".

La historia que siguió tiempo después es más conocida: el Estado argentino construyó la empresa nacional ARSAT y luego sus técnicos y profesionales combinaron con sus pares de INVAP la construcción del satélite ARSAT 1 y finalmente uno propio, propio, el ARSAT 2.

El Flaco veía lejos. Hasta las estrellas, ida y vuelta.

Por Jorge Giles.


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