Cuando se analiza la situación actual del empleo en Argentina existen varios aspectos cuestionables. En primer lugar, al desagregar por componentes al empleo registrado total, se observa el aumento de los monotributistas (+123.000), y en menor medida el empleo público (+57.500), que compensaron la destrucción de 33.000 puestos en el sector privado, que por ahora no termina de recuperarse.
Esto no solo se traduce en un deterioro de la calidad del empleo, sino que además tampoco está claro que signifique un aumento en los puestos de trabajo. Es probable que una parte sean trabajadores no registrados que ya tenían el empleo (o percibían alguna prestación) y que ahora pasaron a estar “registrados” bajo este régimen impositivo especial, de carácter eminentemente precario.
De todos modos, la situación más preocupante se encuentra en el empleo privado registrado, ya que además de no haber recuperado el nivel previo al cambio de gobierno (luego de 20 meses de gestión), ha visto modificado su composición. En efecto, los 33.000 puestos perdidos surgen de una destrucción neta de 73.251 puestos en rubros con salarios superiores a la media, que fueron parcialmente compensados por la creación de 40.277 puestos en ramas donde los salarios se ubican por debajo de la media. Es decir, se están reemplazando puestos de ingresos altos por empleos de menor remuneración.
Estos cambios, a su vez, tienen impacto a nivel macroeconómico. Por ejemplo, podrían explicar por qué no repunta el consumo masivo de bienes, cuyo comportamiento está más asociado con la evolución del poder adquisitivo de los trabajadores (técnicamente, la masa salarial).
¿A qué se debe este cambio en la composición? En gran medida a la dinámica que viene mostrando el empleo industrial, la rama más golpeada dentro del empleo privado y cuyos ingresos son aproximadamente 10 por ciento superiores a la media. En la industria se han destruido 61.500 puestos de trabajo y su caída no parece encontrar un piso, lo cual puede atribuirse a una combinación de factores: la apertura de las importaciones (particularmente en rubros como textil, calzados y el automotriz), sumado a la suba de los costos provocada por la devaluación y el incremento de las tarifas. Todavía más, esta nueva configuración entre los asalariados no solo afecta al consumo, sino que probablemente refuerza el efecto en el empleo industrial, dado que la principal demanda de este sector es el alicaído mercado doméstico.
Fuente: JuanManuelTelechea-Página12
No hay comentarios:
Publicar un comentario