La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que visitó en Caracas
el Cuartel de la Montaña, donde yacen los restos del ex presidente
venezolano Hugo Chávez, escribió en su cuenta personal de la red social
Twitter que "ese es su lugar, en su cuartel, junto a los barrios”,
porque "es un soldado del pueblo”.
Al culminar su visita al cuartel, la jefa de Estado contó en tiempo
presente y en primera persona los pormenores del recorrido a través de
la red social y subió algunas fotos tomadas durante su visita.
“Caracas. Amanecí de nubes y me voy de sol. Acabo de visitar el Cuartel de la Montaña. Está rodeado de barrios populares”, fue el mensaje con el que la presidenta inició su relato sobre la jornada.
Después contó que desde allí “se divisa el palacio Miraflores” y relató que “el jefe de la guarnición” le dijo que “Hugo siempre lo miraba desde su despacho”.
“Cómo no lo iba a mirar!”, se preguntó al recordar que “allí planificó la insurrección contra Andrés Pérez. La 5ta República, epílogo trágico del Pacto del Punto Fijo, cuando estalló el Caracazo”.
“O como le gustaba decir a Hugo: el Venezolazo. La crisis final de las políticas neoliberales”, agregó.
En esa línea, analizó que durante esos episodios históricos hubo “Represión y muerte al pueblo” y remató: “Cualquier coincidencia con nuestra historia, no es casualidad”.
“Contra eso se alzó Hugo desde el Cuartel de la Montaña. Y fracasó. `Por ahora´, como avisó al rendirse”, recordó la presidenta al referirse al hombre que años después de esos hechos llegaría a ser presidente de Venezuela.
Durante la visita, indicó la mandataria, le mostraron “un cañón de época de la colonia restaurado a nuevo” que “todos los días a las 4:25 lanza salvas que marcan la hora de su partida”, en referencia a la hora de la muerte del líder bolivariano.
“Evita partió a las 8:25. Que horarios tan caprichosos, no?”, remarcó y continuó con el relato de su recorrido: “Cuando ingreso al patio. Amplio, luminoso, al aire libre, no pude evitar una tristeza infinita”.
Allí, contó, la esperaban “cámaras de televisión, periodistas gráficos, cronistas. Me acompaña Cilia, la esposa de Nicolás”.
En ese punto les pidió “amablemente a todos” si se podían retirar. “Quiero estar a solas. Gracias, muchas gracias. Espero que entiendan. Ojalá”, escribió.
El relato continúa en tiempo presente: “El patio queda vacío y sólo me acompañan los cuatro húsares de Carabobo de la Guardia de Honor, custodia permanente. De algún lugar se oye en forma permanente a Hugo cantando bajito, como si flotara. Cómo le gustaba cantar!”.
En otro mensaje publicado en la red social, señala que “también se escucha el ruido del agua, de la fuente que rodea su espacio”.
Por un momento, asegura, “todo es silencio. O por lo menos es lo que yo siento. Sólo escucho que junto conmigo lloran algunos de los húsares”.
“Es extraño”, cuenta la presidenta, quien después confiesa:
“Hasta hoy no se me había caído una lágrima. Ni siquiera el 5 de marzo, cuando me enteré. Tampoco cuando lo velé junto a tantos. En cambio Florencia, en la misa de la Academia Militar, lloró tanto que se tuvo que ir porque se ahogaba. Y yo nada”.
Al respecto, analiza que “era como si no quisiera admitirlo o aceptarlo. No sé, algún día, si me decido, se lo explicaré a algún psicólogo o psicóloga”.
“Giro en torno al féretro de mármol, una y otra vez. Y veo en la lápida una frase de un discurso de Hugo donde menciona a Alí Primera. Que quién es Alí Primera? Un cantante popular venezolano, militante del PC, que murió el 16/2/1985”, cuenta la presidenta y recuerda: “El 16/2 el día que nació mi hijo”.
En esa parte del relato, la jefa de Estado se detiene sobre las coincidencias entre las fechas donde ocurrieron distintos episodios y remarca: “Hugo partió el día que nació mi hermana. Que cosa, cuando una se pone vieja empieza con lo de las fechas”.
Tras esa parte del recorrido, la jefa de Estado recordó que “el último regalo” que le hizo Chávez “fue la colección de CDs de Alí Primera” y que fueron llevados por “su hija María a Olivos”.
“Siendo militar joven, su padre lo escuchaba a escondidas porque estaba prohibido que lo escucharan los militares”, recordó.
Tras el recuerdo de ese episodio, la presidenta retoma el relato en presente: “Leo el fragmento del discurso y la fecha. 12 de junio 2012. 12 de junio, el mismo día del último discurso de Perón. Y dale con las fechas”.
“Ese día yo estaba en Plaza de Mayo. Tenía 21 años. Año 1974. Mi madre! (que también estaba). Cuantas cosas. Cuanta historia”, cuenta.
Ante esa nueva coincidencia, reflexiona: “Que cosa las fechas y los hechos. Los lazos visibles. Y los invisibles también”.
Antes de terminar la visita, la jefa de Estado recorrió junto con el actual presidente venezolano Nicolás Maduro dos salones con fotografías que recorren la vida de Hugo Chávez.
“La que más me conmovió es un inmenso mural”, contó y lo describió: “Hugo de espaldas, caminando bajo la lluvia. El 4/10, en su último y más glorioso acto, que no fue, como algunos creen, su cierre de campaña”.
“Fue su último acto de amor. Lo supe más tarde, cuando me enteré de sus terribles e insoportables dolores. De su sacrificio casi inhumano”, aseveró.
En ese momento le dijo a Maduro, según contó: “Este es su lugar. Ni se les ocurra llevarlo a ningún otro, por más pomposo que parezca. Aquí empezó, y aquí se debe quedar”.
Y remató: “Es su lugar. En su cuartel, junto a los barrios. Soldado del pueblo. Definitivo y para siempre”.
“Caracas. Amanecí de nubes y me voy de sol. Acabo de visitar el Cuartel de la Montaña. Está rodeado de barrios populares”, fue el mensaje con el que la presidenta inició su relato sobre la jornada.
Después contó que desde allí “se divisa el palacio Miraflores” y relató que “el jefe de la guarnición” le dijo que “Hugo siempre lo miraba desde su despacho”.
“Cómo no lo iba a mirar!”, se preguntó al recordar que “allí planificó la insurrección contra Andrés Pérez. La 5ta República, epílogo trágico del Pacto del Punto Fijo, cuando estalló el Caracazo”.
“O como le gustaba decir a Hugo: el Venezolazo. La crisis final de las políticas neoliberales”, agregó.
En esa línea, analizó que durante esos episodios históricos hubo “Represión y muerte al pueblo” y remató: “Cualquier coincidencia con nuestra historia, no es casualidad”.
“Contra eso se alzó Hugo desde el Cuartel de la Montaña. Y fracasó. `Por ahora´, como avisó al rendirse”, recordó la presidenta al referirse al hombre que años después de esos hechos llegaría a ser presidente de Venezuela.
Durante la visita, indicó la mandataria, le mostraron “un cañón de época de la colonia restaurado a nuevo” que “todos los días a las 4:25 lanza salvas que marcan la hora de su partida”, en referencia a la hora de la muerte del líder bolivariano.
“Evita partió a las 8:25. Que horarios tan caprichosos, no?”, remarcó y continuó con el relato de su recorrido: “Cuando ingreso al patio. Amplio, luminoso, al aire libre, no pude evitar una tristeza infinita”.
Allí, contó, la esperaban “cámaras de televisión, periodistas gráficos, cronistas. Me acompaña Cilia, la esposa de Nicolás”.
En ese punto les pidió “amablemente a todos” si se podían retirar. “Quiero estar a solas. Gracias, muchas gracias. Espero que entiendan. Ojalá”, escribió.
El relato continúa en tiempo presente: “El patio queda vacío y sólo me acompañan los cuatro húsares de Carabobo de la Guardia de Honor, custodia permanente. De algún lugar se oye en forma permanente a Hugo cantando bajito, como si flotara. Cómo le gustaba cantar!”.
En otro mensaje publicado en la red social, señala que “también se escucha el ruido del agua, de la fuente que rodea su espacio”.
Por un momento, asegura, “todo es silencio. O por lo menos es lo que yo siento. Sólo escucho que junto conmigo lloran algunos de los húsares”.
“Es extraño”, cuenta la presidenta, quien después confiesa:
“Hasta hoy no se me había caído una lágrima. Ni siquiera el 5 de marzo, cuando me enteré. Tampoco cuando lo velé junto a tantos. En cambio Florencia, en la misa de la Academia Militar, lloró tanto que se tuvo que ir porque se ahogaba. Y yo nada”.
Al respecto, analiza que “era como si no quisiera admitirlo o aceptarlo. No sé, algún día, si me decido, se lo explicaré a algún psicólogo o psicóloga”.
“Giro en torno al féretro de mármol, una y otra vez. Y veo en la lápida una frase de un discurso de Hugo donde menciona a Alí Primera. Que quién es Alí Primera? Un cantante popular venezolano, militante del PC, que murió el 16/2/1985”, cuenta la presidenta y recuerda: “El 16/2 el día que nació mi hijo”.
En esa parte del relato, la jefa de Estado se detiene sobre las coincidencias entre las fechas donde ocurrieron distintos episodios y remarca: “Hugo partió el día que nació mi hermana. Que cosa, cuando una se pone vieja empieza con lo de las fechas”.
Tras esa parte del recorrido, la jefa de Estado recordó que “el último regalo” que le hizo Chávez “fue la colección de CDs de Alí Primera” y que fueron llevados por “su hija María a Olivos”.
“Siendo militar joven, su padre lo escuchaba a escondidas porque estaba prohibido que lo escucharan los militares”, recordó.
Tras el recuerdo de ese episodio, la presidenta retoma el relato en presente: “Leo el fragmento del discurso y la fecha. 12 de junio 2012. 12 de junio, el mismo día del último discurso de Perón. Y dale con las fechas”.
“Ese día yo estaba en Plaza de Mayo. Tenía 21 años. Año 1974. Mi madre! (que también estaba). Cuantas cosas. Cuanta historia”, cuenta.
Ante esa nueva coincidencia, reflexiona: “Que cosa las fechas y los hechos. Los lazos visibles. Y los invisibles también”.
Antes de terminar la visita, la jefa de Estado recorrió junto con el actual presidente venezolano Nicolás Maduro dos salones con fotografías que recorren la vida de Hugo Chávez.
“La que más me conmovió es un inmenso mural”, contó y lo describió: “Hugo de espaldas, caminando bajo la lluvia. El 4/10, en su último y más glorioso acto, que no fue, como algunos creen, su cierre de campaña”.
“Fue su último acto de amor. Lo supe más tarde, cuando me enteré de sus terribles e insoportables dolores. De su sacrificio casi inhumano”, aseveró.
En ese momento le dijo a Maduro, según contó: “Este es su lugar. Ni se les ocurra llevarlo a ningún otro, por más pomposo que parezca. Aquí empezó, y aquí se debe quedar”.
Y remató: “Es su lugar. En su cuartel, junto a los barrios. Soldado del pueblo. Definitivo y para siempre”.
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