Gracias a la Asignación Universal por Hijo y al crecimiento de la jubilación mínima y del salario real, se redujo notoriamente la brecha entre los que más y menos ganan. La distancia entre los ingresos percibidos por el 10% de la población que menos gana, con respecto al 10% de los que más ingresos obtienen se achicó y muestra la brecha más chica desde la salida de la convertibilidad.
La distribución del ingreso del primer trimestre de 2011 confirmó la tendencia de los últimos años respecto de la mejora de los indicadores sociales, particularmente en cuanto al achicamiento de la brecha entre los que más y menos ganan.
El coeficiente de Gini, un indicador utilizado para medir la desigualdad de ingresos existentes entre las distintas capas sociales que tiene una escala que va de cero a uno, en donde cero se corresponde al grado máximo de igualdad (todos perciben el mismo nivel de ingresos) y uno equivale a la perfecta desigualdad (una persona acapara todos los ingresos y los demás ninguno), registró un descenso con respecto al año pasado y se ubicó en 0,379, el mejor nivel si se toma la serie desde el inicio de la gestión del ex presidente Néstor Kirchner hasta la actualidad.
Tras la convertibilidad, ese indicador se acercaba a 0,5.
¿Cuál es el significado de esta mejora?
En términos concretos, equivale a decir que –a pesar del alza en el costo de vida– la distancia entre los ingresos percibidos por el 10% de la población que menos gana, con respecto al 10% de los que más ingresos obtienen (también por su ocupación principal) se achicó y muestra la brecha más chica desde la salida de la convertibilidad.
Si se lo toma por el Ingreso Total de las Familias, los últimos datos correspondientes al cuarto trimestre de 2010, indican que, en promedio, el 10% de las familias más pobres perciben ingresos que son 16 veces menores a los del 10% de las familias de mayores recursos ($ 777 y $ 12.458). Esa misma brecha era de 32 veces tras la hecatombe posterior a la Convertibilidad.
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