Roberto Bacman, Hugo Haime, Enrique Zuleta Puceiro, Artemio López y Doris Capurro analizan el escenario electoral en la semana en que los contendientes ya empezaron a ponerles nombre a las duplas.
El anuncio de González Fraga, ex titular del Banco Central durante el menemismo y coordinador de los equipos de trabajo de Francisco de Narváez en 2002 –época en que de Narváez decidió financiar la campaña presidencial de Carlos Menem– como vice de Alfonsín es para Bacman la confirmación de que el radicalismo quiere ir “por el electorado de derecha, pero ahí también está Duhalde.
Esa elección muestra que la idea que representaba la frustrada candidatura del senador Ernesto Sanz maneja la campaña de la UCR: correrla a la derecha para ver si pueden llegar a la segunda vuelta.
Hay que tener en cuenta que la Presidenta tiene un 63 por ciento de imagen positiva y un 60 por ciento de aprobación de gestión. Es muy difícil que baje del 40 por ciento de los votos y más aún que no le saque el 10 por ciento al segundo”.
Zuleta señaló, en cambio, que González Fraga fue siempre un hombre de consulta de los sucesivos gobiernos de Alfonsín, Menem, De la Rúa y también de Néstor Kirchner, hasta que Roberto Lavagna decidió dar pelea por la presidencia justamente aliado con los radicales.
En la recomendación del ex ministro de Economía encuentra la razón de la elección que “sorprende, genera expectativa y requiere una gran explicación al interior del partido”.
Zuleta destacó que las fórmulas que se anunciaron muestran un cambio de estrategia de la oposición: “Dejaron definitivamente de lado la unidad de la oposición que impulsaban los grandes medios como un imperativo político y era rechazada por el 57 por ciento de la gente.
La sustituyeron por otra hipótesis en la que tanto el radicalismo como los frentes van con fórmulas separadas y así ver si separados sacan más que juntos y logran promover una segunda vuelta”.
Para Hugo Haime todavía hay que esperar para tener una visión clara, pero parte de un escenario en el que un 50 por ciento acuerda con las políticas del gobierno y otro 50 no.
Señaló que “Alfonsín pone un economista, conocido en el mundo empresario y en sectores de la clase media alta, esto sumado a la alianza con De Narváez pretende llegar del centroizquierda al centro del electorado y se va a chocar en parte con el electorado de Duhalde”.
Artemio López prefirió una descripción pragmática más que ideológica para explicar la opción radical: “La lógica de Alfonsín es entendible desde la ingeniería electoral. Está plantado en un 10 por ciento en la provincia de Buenos Aires, cuando ese territorio aporta el 38 por ciento de los votos, necesita fortalecerse ahí si quiere disputar a nivel nacional.
En términos ideológicos no veo pertinente la descalificación. Creo que a González Fraga lo buscan desde el estigma de la falta de gestión del gobierno de Alfonsín o De la Rúa, pero se olvidan de que el 40 por ciento de los electores tiene menos de 35 años y no tienen recuerdo vivencial de Alfonsín”.
“No hay coherencia ni en las alianzas ni en las divisiones”, advirtió Doris Capurro.
Coincidió con López en el cálculo de suma que motivó al diputado radical. Con anclaje en el centroderecha, “descartó la opción por centroizquierda y va a disputar el centroderecha; el tema es que Duhalde es lo mismo que González Fraga, hombre de De Narváez, el duhaldismo y el PJ disidente.
Es decir que hay dos fórmulas de centroderecha, la radical con el peronismo disidente, la del PJ disidente con Duhalde y además la de Rodríguez Saá. Por eso no se entienden las alianzas ni las divisiones: qué otra cosa que los personalismos pueden justificar que Duhalde, De Narváez y Rodríguez Saá vayan separados. El panorama sigue siendo desolador para el electorado opositor.”
Sobre el rol Duhalde-Das Neves abundan los desacuerdos. Para Zuleta, marca un resurgimiento del peronismo disidente que está dispuesto a dar batalla. En el otro extremo, Artemio López consideró que “son dos ex candidatos, marginales, una fórmula de saldo”.
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