Hacia una cadena de supermercados del Estado.
En julio del año pasado y con el título "El boom de los descuentos refleja una gran dispersión de precios" (Suplemento Eco, Tiempo Argentino), analizábamos las
promociones lanzadas por las grandes cadenas de supermercados.
Señalábamos
entonces lo desconcertante de las rebajas sobre el precio de lista en alimentos,
bebidas y productos de limpieza, oscilando, según semanas o festividades, entre
el 2x1 (gratis la segunda unidad igual comprada) al 70, 50, 20 o 15% de
descuento.
Nos preguntábamos: ¿cuál es el valor y el costo real de las cosas?
En
sintonía con la profundización del modelo puesto en marcha en 2003, ¿acaso no es
tiempo de regular el caos promocional supermercadístico para que sea el Estado
quien dirija el consumo hacia productos nacionales o hacia determinados rubros
en función de ejes productivos preestablecidos?
¿Es posible eliminar todas las
promociones y reducir en un 30% o un 50% los precios de lista de los alimentos y
bebidas?
¿Cuánto más se podría consumir y cuánto más podrían comprar las clases
populares si los precios fueran sensiblemente inferiores?
Más de un año pasó de
aquella nota.
Los descuentos y las promociones siguen cotizando en alza. Las
ganancias de las grandes cadenas de supermercados también. Mientras tanto, la
"inflación" avanza en la agenda política y mediática nacional. De un lado la
mentira descarada; del otro abundan explicaciones ambiguas o netamente
academicistas.
INFLACIÓN Y COLONIZACIÓN CULTURAL.
Dos domingos atrás, el
Plan Fénix analizaba en Página/12 la cuestión de la inflación: "[...] la
Argentina se liberó de un gravoso cepo intelectual, al que estuvo sometida desde
largo tiempo atrás [...]. [Pero] la inflación ha vuelto a instalarse como una
cuestión central entre las preocupaciones sociales y exige la adopción de
políticas eficaces para su morigeración y control."
En primer lugar, no es por
haberse ficticiamente impuesto como preocupación social que la inflación deba
morigerarse y controlarse. El cepo intelectual sigue haciendo de las suyas.
En
segundo lugar, seguir omitiendo el indispensable rol positivo de la inflación
bajo modelos de modernización económica e industrialización autosuficientes y
soberanos es, a esta altura del partido, un error inexcusable.
Más adelante en
su análisis, el Fénix afirmó que "la inflación actual se ubicaría en el entorno
del 20% anual, en tanto que el promedio del incremento de precios, [...] resulta
aproximadamente del 23%."
El titular del Indec, también desde Página/12, destacó
acertadamente el beneplácito que la nota del grupo de economistas heterodoxos
reportó al diario La Nación.
Por nuestra parte, agregamos además la coincidencia
con Fontevecchia y Alfredo Coto (como se verá más adelante) así como con buena
parte de las consultoras privadas financiadas desde la oposición política, el
Sindicato de Camioneros, el Grupo Clarín y el referido pasquín mitrista.
Como se
sabe, Clarín y La Nación son los principales responsables de haber posicionado a
la inflación como preocupación central de la sociedad, en un contexto paradójico
de crecimiento sostenido del consumo y la producción, con generación de empleo,
movilidad social ascendente y aumento de salarios y jubilaciones.
El Plan Fénix
debería detenerse a meditar sobre este aspecto, más que poner en tela de juicio
la credibilidad del Indec.
¿Cuál es la credibilidad de la zoncera inflacionaria
(la inflación como preocupación social primaria) cuando el consumo no para de
crecer, ni los bancos de financiar, ni los supermercados de vender (ni regalar o
descontar a la marchanta)?
Ni el medio pelo se cree el mito de la inflación
descontrolada y del veintipico por ciento.
Seguimos con el Fénix: "Las
expectativas de incremento de precios [...] generan un comportamiento 'cultural'
inflacionario que opera como crucial mecanismo de propagación."
Una vez más,
aportar a la desconfianza del Indec es contribuir al comportamiento cultural
inflacionario cuyo eje se centra en la zoncera del Estado como causante de la
inflación y enemigo histórico del ciudadano consumidor.
LA PUJA
DISTRIBUTIVA.
"La puja distributiva tiende a provocar el incremento en los
precios. Sobre todo cuando los empresarios, en particular los formadores de
precios, reajustan sus márgenes de ganancia."
Muy diferente hubiera sido que el
Fénix expresara esta misma idea como sigue: "El incremento en los precios se da,
sobre todo, cuando los empresarios, en particular los formadores de precios,
reajustan sus márgenes de ganancia. De esta suerte, la puja distributiva se
desequilibra en detrimento de las clases populares."
A propósito aunque sin
hablar directamente de la concentración, verticalización, extranjerización y
cartelización del sector alimentos y bebidas, Itzcovich planteó al cierre de su
artículo que "la discusión que debe plantearse desde el campo de la política
económica –y no desde la teoría académica como hace el Plan Fénix– es el de la
distribución del ingreso".
Más arriba en su nota, incluso llegó a dar el ejemplo
de la renacionalización de YPF como paso fundamental para controlar costos y
definir precios razonables en función de un proceso de industrialización y
desarrollo socialmente justo.
En otras palabras, el Estado recuperando soberanía
económica (no usamos el término "intervención", desde que es el Mercado quien ha
intervenido la economía, afectándola con el desplazamiento de su actor y gestor
natural, el Estado).
Finalmente, una cuestión adicional pero fundamental sobre
la puja distributiva, ahora en palabras del notable economista Iván Heyn:
"Coordinar la distribución del ingreso para evitar que se intensifique la puja
distributiva", sigue siendo la clave de la profundización.
Esta distinción, que
no hace el Fénix y sí sutilmente el titular del Indec con el ejemplo de YPF, es
estratégica.
Se trata de la distribución del ingreso no entre burguesía y
proletariado, sino entre corporaciones y pueblo, entre pueblo y sectores
socioeconómicos oligárquicos y mercantilistas rentísticos y parasitarios (rentas
agraria, minera y alimentaria).
CONTRA LA SUPERVERGÜENZA, ESTADO Y MÁS
ESTADO.
No tiene cara Alfredo Coto cuando afirma que "al haber gran competencia
[sector supermercados en la Argentina] los precios se regulan solos".
Tres
firmas controlan más del 60% de la facturación total del sector, entre ellas,
Coto.
Seis firmas (Carrefour, Cencosud, Coto, La Anónima, Walmart y Casino)
venden el 58% del total de alimentos y bebidas (AB) a escala nacional.
Parafraseando a Coto, en realidad los precios sólo los regulan tres empresas,
que no es igual, porque "solo" en función de adverbio va acentuado.
Tampoco
tiene cara el empresario argentino cuando, entrevistado por Fontevecchia
(23/9/12) y a esta tendenciosa y capciosa opinión pregunta: "Cuando usted
pronosticó una inflación del 12% para 2006, no se equivocó. Hoy es el doble.
¿Hoy le preocupa menos el doble de inflación por el contexto internacional que
vivimos?", responde sin negar o cuestionar la inflación según entiende el
director de Perfil.
Quien calla otorga.
Para Coto, con una participación de
mercado del 20% y una facturación estimada en 2012 de 10 mil millones de pesos,
existe una inflación del 24% en la Argentina.
Fontevecchia logró su objetivo.
Pero nosotros... ¡nosotros también queremos preguntar!
¿Por qué no explica Coto
cómo hace su cadena (y las demás) para soportar descuentos sobre el precio de
lista que oscilan entre el 15% al 100% (muchas veces se regala la segunda unidad
habiendo comprado una igual), todas las semanas y para la mayoría de los
productos?
¿Qué opina el Fénix al respecto?
Los precios de lista e incremento de
precios de Coto, Carrefour, Jumbo, etc., ¿acaso pueden ser creíbles?
Como sea,
no será dotando de vergüenza a Coto como lograremos que él y todo el oligopolio
súper e hipermercadístico en la Argentina rebajen drásticamente los precios de
los alimentos y bebidas.
Se necesita de una cadena de supermercados del Estado
nacional.
Se necesita fusionar al consumidor con el Estado, basándose en el
aumento de la confianza del primero para con el segundo.
Cualquier accionar
contrario a ello, como la posición del Fénix con el Indec, no hace más que
exacerbar el "comportamiento 'cultural' inflacionario", contribuyendo así al uso
de la "inflación" como herramienta de desestabilización primaria por parte de
los enemigos históricos del pueblo argentino.
por Federico Bernal.
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