El 26 de diciembre de 1993, Fito Páez dio un concierto en el Estadio de Vélez Sarsfield ante 60.000 jóvenes a beneficio de Unicef Argentina.
En ese concierto cobraron todos: cobró el Club por el alquiler del Estadio, cobraron los músicos, cobró la seguridad, cobró Sadaic y por supuesto cobró el empresario.
El único que donó su participación para los niños y niñas pobres de Argentina fue Fito Páez.
Pocos días después del evento, Fito fue a las Oficinas de Unicef y, en persona, me entregó un cheque de 400.000 pesos.
Aclaremos: eran las épocas de convertibilidad, o sea: hablamos de 400.000 dólares. En términos de donaciones a Unicef: ¡un número!
En esa ocasión, le manifesté a Fito la gratitud de la Organización y la tremenda significación de su altruismo en beneficio de la niñez argentina.
Le expliqué, asimismo, que de acuerdo con las reglas de Unicef, se le enviaría cada seis meses un documento con información acerca de la utilización de los recursos: la inversión en los programas con una evaluación sobre el avance de las acciones y los comprobantes del gasto.
Recuerdo la respuesta de Fito: “Señor Director, yo me he beneficiado mucho este año con el apoyo del pueblo argentino a mi obra musical y quiero devolver aunque sea en parte, a los niños y niñas argentinos, todo lo que he recibido”.
Y añadió: “No necesito que me mande ningún informe. Ud. es Unicef”.
En mi historia en Unicef trabajando en varios países, he conocido el apoyo de los más variados artistas a los trabajos de la organización.
Hoy es una moda el social marketing.
En la mayoría de los casos, siempre se exige publicidad y público reconocimiento ante la menor donación.
En el caso de Fito Páez, se trató de un acto infrecuente de altruismo y compromiso con la infancia.
Sin esperar nada a cambio.
Un muchacho simple, alegre y comprometido con su pueblo.
Su entrega fue un acto verdaderamente conmovedor.
Ante los ataques que injustamente recibe, querría mandarle a Fito mi apoyo, mi afecto y reconocimiento.
Desearía al mismo tiempo que interrogáramos a sus “escandilazados” cuestionadores si alguno de ellos puede al menos exhibir un acto equivalente, aunque sea mínimo, de altruismo y generosidad con los niños y niñas argentinos.
Por Eduardo Bustelo Graffigna, ex director de Unicef Argentina.
Fuente: http://www.elespejoserrano.com.ar/
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