Un grupo de pasajeros que viajaba en Buquebus desde Colonia (Uruguay) a Buenos Aires, se trasformó en una irascible, agresiva e intimidante patota, no muy diferente de las que suelen asolar los estadios deportivos, y demostrando la cobardía que caracteriza a estos grupos de inadaptados, agredió verbalmente y rodeó en actitud amenazante al viceministro de economía Axel Kicillof, que se encontraba en la nave acompañado por su esposa y sus hijos.
Resulta inaceptable la actitud, la desfachatez y la hipocresía demostradas por algunos de los viajeros.
Preocupa seriamente la reiteración de este tipo de actitudes, similares a las que sucedieron en Santa Fe, cuando se desataron, en una reacción claramente preparada, gritos y silbidos de desaprobación cuando el Vicepresidente de la Nación Amado Boudou hacía uso de la palabra en el acto conmemorativo del bicentenario de la batalla de San Lorenzo.
En el mismo sentido, no podemos dejar de mencionar los exabruptos e insultos proferidos por un triste, deleznable y vulgar personaje del espectáculo, que amparándose en su condición de actor cómico y traspasando todos los límites del decoro, insultó con inusual agresividad a la compañera Presidenta de la Nación.
Por eso, queremos hacer llegar nuestra solidaridad a quienes han sido objeto de esta clase de agresiones, proferidas por ciudadanos, que en lugar de canalizar sus diferencias pacíficamente a través de expresiones políticas, parecen no tener otros argumentos que el insulto, la difamación y el agravio.
Para el Suterh, hechos como estos, merecen nuestro más enérgico repudio, ya que constituyen un peligroso antecedente de intolerancia y autoritarismo, propios de regímenes fascistas, que se encuentran en las antípodas de la Argentina democrática en la que vivimos y en la queremos seguir viviendo.
por Víctor Santa María.
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