domingo, 28 de agosto de 2016

LA RESISTENCIA ES IDEOLÓGICA, por Sol Giles

Les dolió. La Marcha de la Resistencia les dolió.

Esperaban que una lluvia torrencial nos quitara el ánimo, nos hiciera quedar en casa o fuera un motivo suficiente para que nos hagamos los distraídos.

Llovió, pero los empapados fueron ellos.

Pocas horas han pasado desde que dejamos por un rato nuestra Plaza de Mayo, pero ellos ya están con la metralleta que usan ahora para fingir que son otros, distintos. Ya no usan un Falcon verde, porque tienen móviles y sets de televisión.

Desde ahí machacan día y noche. Inventan especialistas en epistemología para que les expliquen de qué se trata esto de “resistir”. Se violentan, se enredan como las víboras.

No les entra en la cabeza, se descolocan y vuelven a repetir viejas fórmulas, instalando que dicho término significa irrumpir violentamente lo establecido por los buenos usos y costumbres de las grandes corporaciones. Y entonces aparece esa cobarde palabrita: “subversivos”.

Les molesta la Marcha de la Resistencia porque saben que resistir es construir.

Les molesta que nuestra resistencia no sea violenta, sea ideológica.

Les molesta porque les salió el tiro por la culata. Quisieron detener a Hebe con el Partido Judicial, como hicieron con Milagro. Pero desde aquel día en que fueron a buscarla con helicópteros, palos y camiones hidrantes, la Justicia Social les ganó varios rounds.

Les molesta ver el pañuelo de las Madres y sentir que seguimos vivos.

Les molesta que Hebe no sea una Madre modosita y cabizbaja, inclinada ante el poder. Les molesta que exija justicia. ¡Y para colmo no le basta y exige Justicia Social!

Les molesta que una joven de 87 años los siga corriendo por izquierda, resistiéndose -sí- ante un corrupto sistema económico, político y mediático.

Les molesta que les cantemos piedra libre.

Les molesta que, sea como sea, estemos siempre del lado de la rebeldía.

Y se preguntan cómo es que seguimos apostando a lo colectivo aunque nos persigan, aunque nos repriman, aunque nos encarcelen, aunque nos despidan y nos defenestren por cadena nacional.

Les molesta ya no tener más tinta sobre el mito del chori y la coca. Y entonces vuelven a decir que somos los negros desocupados, las locas de la plaza, los pibes insurrectos y los viejos irrecuperables.

Les molesta que el peronismo no se proclame en una conferencia de prensa, en un tuit o en un rejunte conservador, pero sí en una plaza, en una escuela, en una villa y en una mesa familiar.

Les molesta que vuelva a resonar la voz de un Kirchner en medio de una juventud que aún sabe reír.

Les molesta que haya dirigentes políticos que pasan la noche sin dormir, caminando bajo la lluvia, bajo el granizo, bajo el cansancio. Con sueño, porque de eso es de lo que más saben.

Y se sorprenden al ver a Andrés Larroque porque no se parece a lo que quieren mostrar en televisión.

¡Si lo vieran caminar así, igual que ayer y hoy, alrededor de la Pirámide de Mayo, a paso firme, barrio por barrio!

Les molesta que haya sindicalistas que no se le agachen a la oligarquía.

Les molesta que, sin medios, sin globos ni pautas publicitarias, nos comuniquemos igual, mirándonos a los ojos en cada esquina.

Les molesta que lo que no sale en sus diarios y programas, sale en la sonrisa de cada pibe.

Les molesta –¡cuánto les molesta!- que no nos olvidemos la dignidad en los bolsillos. Que hablemos de trabajo y de amor, y de libertad.

Que transgredamos como Néstor y que amemos a Cristina, les molesta.

Les molesta que a la indiferencia y al sálvese quien pueda lo combatamos con organización popular.

Les molesta que al ombliguismo oportunista le respondamos con más frentes ciudadanos.

Les molesta que marchemos porque significa que no retrocedemos.

Les molesta que nuestra resistencia sea ideológica. Porque no nos vendemos. Porque no nos cansamos. Porque no nos rendimos. Porque no traicionamos. Porque no nos quebramos.

Tan agrietados están los muchachos magnetistas que hasta les molesta que nos resistamos a la lluvia.

Porque en el fondo saben que, así como el clima, hay rebeldías que jamás podrán controlar.

Y que volveremos, ellos también lo saben... y molesta.


Por Sol Giles

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