Macri habló durante 57 minutos frente a la Asamblea Legislativa donde desdeñó la actividad parlamentaria, no dio respuesta a los problemas de la gente, justificó las amenazas a un dirigente sindical y no mostró un solo logro del Gobierno.
Uno de los ejes en los que el Presidente hizo hincapié en su discurso para inaugurar las sesiones ordinarias fue el diálogo.
Sin embargo, los únicos logros de su gestión en materia de diálogo fueron las conversaciones privadas que se difundieron luego de pinchaduras ilegales de teléfonos, y sobre las que el Jefe de Estado no dio ninguna explicación.
En lo que respecta al diálogo republicano, el Ejecutivo opta por los decretos y los vetos.
De hecho, aunque resulte una paradoja, inauguró las sesiones del Congreso para anunciar que publicará dos decretos vinculados a los conflictos de intereses que tienen la gran mayoría de funcionarios.
En materia económica, aseguró que “ya hay señales de mejora” a pesar de que la producción, la actividad industrial, las ventas y la construcción siguen cayendo en 2017.
No hay brotes verdes, no hay inversiones, pero sí aumentan los cierres de fábricas y las suspensiones.
A esas personas Macri no les dio ninguna respuesta ni garantía.
Sostuvo que la inflación destruye el salario y que inició “un camino descendente”.
Omitió explicar por qué el año pasado fue del 40 por ciento.
Se ve que tampoco escuchó al Presidente del Banco Central quien alertó que los próximos meses serán difíciles para controlar los precios.
Nadie le contó tampoco que los tarifazos en los servicios, la suba del combustible y de los peajes (en los cuales él es accionista) impactan directamente en los precios.
Por otro lado destacó la reducción del déficit fiscal cuando hasta en la prensa oficialista critican que aumentó más del 49%.
Macri sostuvo que amplió derechos a los jubilados cuando pocos días atrás intentó modificar la fórmula de la movilidad para llevar las jubilaciones a la baja.
Ponderó la pensión universal que en los hechos es una flexibilización de la jubilación mínima y no quiso mencionar que eliminó las moratorias.
Tampoco hizo alusión a la eliminación de la gratuidad de numerosos medicamentos para afiliados al PAMI.
En uno de los momentos más cínicos del discurso, destacó que quiere potenciar la inversión en ciencia y tecnología cuando para 2017 redujo el presupuesto a contramano de lo prometido en la campaña, y también quiere echar decenas de becarios del Conicet.
El Primer Mandatario volvió a decir que busca implementar una revolución educativa, aunque parece que la quiere hacer sin los docentes a quienes desprecia eliminando la paritaria nacional sobre la cual decidió no hablar.
En un pasaje penoso, como cabeza de estado afirmó que el dirigente Roberto Baradel no necesita protección.
Macri dijo en cadena nacional que el Estado no va a proteger a una persona que recibió amenazas de muerte contra su persona y sus hijos.
Destacó el pago ruinoso a los fondos buitre y subrayó que Argentina ahora toma crédito barato en el mercado internacional.
No dijo que las tasas que paga el país son mucho más elevadas que la media, y menos aún especificó en qué se está usando los más de U$S50.000 millones que tomaron.
En otro orden de cosas, puso en valor la devolución del IVA en hotelería para turistas extranjeros aunque calló sobre los malos números que arrojó la temporada turística.
Tampoco dio explicaciones de por qué se les quitó a los argentinos el reintegro del 5% del IVA cuando el pago era bancarizado.Puso de ejemplo el acuerdo para Vaca Muerta que se tradujo en una flexibilización laboral para los petroleros y una merma en la cantidad de pozos explotados.
Anunció que va a publicar dos decretos elaborados por la Oficina Anticorrupción para los casos donde haya conflicto de intereses.
Resulta curioso que en este tema que involucra a su grupo empresario pase por alto al Parlamento y se apoya en el organismo que viene funcionando como estudio jurídico de los funcionarios.
El Presidente sostuvo que merced a él la obra pública no está asociada a la corrupción cuando no cesan de aparecer irregularidades vinculadas a su primo, Ángelo Calcaterra, su amigo Nicolás Caputo y la empresa Odebrecht involucrada en el Lava Jato.
No es coherente hablar de transparencia y no hablar del calamitoso acuerdo con el correo, la imputación por beneficiar a la filial local de Avianca, los beneficios que Quintana y Caputo tuvieron con el dólar futuro, los bolsos de dinero del departamento de Gabriela Michetti, los beneficios que Aranguren le otorgó a Shell, las licitaciones que Bergman canceló para proceder a una contratación directa más onerosa en Medioambiente, los fondos recibidos por Arribas provenientes de la corrupción en Brasil, el favoritismo de Marcos Peña y Miguel Braunn hacia La Anónima cuyo dueño es familiar suyo, entre otras.
Volvió a bregar por la independencia judicial cuando días atrás la extorsión del Ejecutivo llegó a su máxima expresión: Jorge Triaca pidió el juicio político a dos camaristas laborales por fallar conforme a derecho en una discusión sobre la paritaria bancaria.
De eso Macri tampoco habló.
La muletilla de la pesada herencia y las provocaciones hacia la oposición fueron el leitmotiv de las palabras de Macri.
No dio cuentas de estos catorce meses de gobierno ni de programas concretos a futuro.
No habló de por qué empeoraron todos los indicadores sociales y económicos ni qué va a hacer al respecto.
No dijo cómo va a cuidar el poder adquisitivo de los trabajadores, no explicó por qué se están perdiendo derechos elementales vinculados a la educación y la salud, ni tampoco dijo qué va a hacer para que Argentina deje de ser un país donde se violan los derechos humanos y una dirigente social como Milagro Sala está ilegalmente detenida hace más de un año.
Esta nota fue publicada originalmente en http://www.lacampora.org/2017/03/01/una-hora-de-relato/
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