sábado, 28 de mayo de 2011

Elección Capital 2011 - Filmus vs. Macri: La mayoría de los porteños se reparte entre el apoyo a Mauricio Macri y la adhesión a Daniel Filmus.

Un amplio estudio nos permite definir el escenario político-electoral porteño.

En primer lugar, uno de los datos que se destacan apunta a la polarización que, bajo un formato binario, organiza las simpatías políticas de los porteños, sus adhesiones y también sus rechazos.

En este sentido cabe destacar que la Ciudad de Buenos Aires se encuentra políticamente dividida en dos mitades: así lo revelan los datos de aprobación a los dos gobiernos a los que están expuestos los porteños.

Mientras que un 50,6 por ciento aprueba la gestión del gobierno nacional, un 49,5 por ciento tiene una opinión favorable del gobierno macrista.

Lo interesante de estos dos datos, además de su simetría, consiste en el modo en que están agrupadas las identificaciones con ambas gestiones: las dos adhesiones surgen como recíprocamente excluyentes entre sí.

La mayoría de los porteños se reparte entre estas dos aprobaciones, ya que casi nunca las simpatías aparecen superpuestas.

Tan sólo el 10 por ciento de los porteños mantiene romances paralelos.

Esta escasa superposición de identificaciones con el macrismo y el kirchnerismo configura una rivalidad blindada para el ingreso de terceras posiciones, como la que intenta sin éxito Pino Solanas. Pino no ha logrado, a pesar de la insistencia de muchos analistas, romper la polarización. Entre las dos opciones (macrismo versus kirchnerismo), la opinión pública porteña reconoce dos modelos políticos, económicos y culturales bien diferenciados, mientras que en Pino Solanas percibe, principalmente, a un dirigente político más compatible con la crítica que con la gestión. Esta dificultad que ha tenido Solanas para partir en tres el mapa político concierne en buena medida a los rasgos de su liderazgo, centrado, fundamentalmente, en características individuales, y apoyado en un discurso moralista, impreciso en términos políticos.

Imprimimos, entonces, una primera conclusión aritmética: en una ciudad dividida en dos, no hay espacio para tres.

Esta situación de cierto “empate político” que luce la opinión pública porteña, se refleja en los datos de intención de voto.

En la primera vuelta, las fórmulas del macrismo y del kirchnerismo pelean el primer lugar con alrededor del 30 por ciento de los votos cada una.

En el inevitable ballottage, ambas fuerzas empardan en torno al 40 por ciento
.

Sin embargo, esta paridad cuantitativa esconde una inclinación favorable al kirchnerismo que surge al analizar la naturaleza cualitativa -más o menos convencida- de los acompañamientos que suscitan las dos fuerzas.

Al avanzar un paso más allá del visible empate, encontramos diferencias en el grado de fidelidad que lucen el voto macrista y el voto kirchnerista en una segunda vuelta.

Partiendo de la distinción entre “seguramente votaré por Macri/Filmus” y “probablemente votaré por…”, los resultados son elocuentes en relación al desgaste con el que llegan los votos macristas y la comparativamente mayor convicción que empuja el voto por la fórmula Filmus-Tomada.

Uno de cada dos votos macristas se encuadra dentro del voto probable, inseguro, mientras que 8 de cada 10 votos kirchneristas corresponden al “seguramente votaré”.

Esto es: el subsuelo de convencimiento en el que se apoyan ambos caudales electorales es más firme en el caso del kirchnerismo y más resbaladizo en el caso del macrismo.



(por Ignacio Ramírez).

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