La creación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) tuvo impactos materiales muy concretos, como el aumento en el consumo de alimentos, la aparición o consolidación de una comida extra como la cena, la posibilidad de acceder a artículos de limpieza e higiene personal como la pasta de dientes, la adquisición de útiles escolares y remedios, por mencionar los más básicos, pero también generó efectos sociales e individuales profundos: la idea de la “gratificación”, a través de la compra de postres, lácteos y gaseosas, las salidas familiares y los paseos, la idea de la “planificación”, lo que implica poder concebir una idea de futuro, y la recomposición de lazos sociales, con redes de ayuda económica familiares o entre vecinos, el acceso al crédito de comercios y el compartir festejos.
Todos estos elementos surgen de una investigación que realiza desde enero pasado un equipo de sociólogos, antropólogos y economistas, quienes buscan establecer el impacto de la AUH en salud y educación. El trabajo es financiado por el Ministerio de Salud de la Nación. Participan profesionales de prestigio como Emmanuel Agis, Carlos Cañete, Diego Díaz Córdova, Mariana Melgarejo, Gabriela Polischer, Pablo Lesser y Luciana Miguel. Se accedió a una presentación preliminar, dado que el estudio completo estará terminado hacia fin de año. Los investigadores están enfocados en aspectos cuantitativos y cualitativos.
Entre los aspectos cuantitativos, lo más destacado es el aumento “de más del 80 por ciento” del ingreso medio familiar para los sectores más pobres, aquellos que se encuentran en el primer decil de la escala. “Pero también es llamativo el porcentaje de aumento si se toma en cuenta el ingreso per cápita –o sea, por cada miembro del grupo familiar–, que fue de más del 55 por ciento para los más pobres de la escala”, agrega el informe.
Lo más novedoso surge de los análisis cualitativos, generados a partir de entrevistas individuales y grupales con beneficiarios de la AUH del Gran Buenos Aires y la Ciudad Autónoma. “La suba en los ingresos impacta directamente sobre el consumo alimentario, ya que en los sectores más pobres de la sociedad la compra de estos bienes se lleva la mayor parte del dinero”, indican los especialistas. “Si el ingreso familiar es muy bajo, lo que crece fundamentalmente es la cantidad de alimentos adquiridos. Si el ingreso es un poco mayor, hay un cambio de calidad. Y si el ingreso es todavía más alto, entonces se pasa a consumir alimentos que tenían una frecuencia menor en el patrón alimentario, fundamentalmente una mayor cantidad de carne y lácteos.”
“Comía arroz, huevo, arroz, huevo, arroz, huevo y a veces una ensaladita. Lo poquito que tenía lo usaba para la carne y el yogur del nene, y yo comía porquerías”, relató Nilda, de Laferrère, a los investigadores. Su nutrición mejoró desde que empezó a cobrar la AUH. “Compro más verdura y fruta para Lucas”, les dijo Rosa. “Ahora compramos los fideos Matarazzo o Lucchetti, la salsa La Campagnola o Cica. Nada de reducir. Si vos comprás un fideo de un peso, lo cocinás un minuto de más y chau, se te pudrieron los fideos porque se te hicieron un masacote. Entonces me sirve la asignación por Hijo”, apuntó Clara.
Madres entrevistadas también dijeron que la AUH les dio la posibilidad de adquirir medicamentos, pagar tratamientos y prótesis, como anteojos, ortodoncia y ortopedia, no cubiertos por el sistema público, y facilitó los costos de traslado hasta los centros de atención. “Yo lo que me hice fueron lentes. Esperé a cobrar (la AUH) y como me salían 160 me los hice. Ahora tengo lentes, que es necesario”, explicó Rita, de Lanús. “Las madres caracterizan muy positivamente que el Estado exija la obligatoriedad escolar y de controles de salud como contraprestación para acceder a la AUH”, aclara el informe. “Si no era por una enfermedad que se agarraban, antes no los llevaba a controlar. Cuando llegó la libreta (de la AUH) sí los llevé. Había vacunas que les faltaban que les tuvimos que completar”, contó Rita. Lo mismo ocurre con la compra de útiles escolares y guardapolvos.
Pero los investigadores hacen foco sobre un aspecto central: “Uno de los elementos que se representa como más positivo es la posibilidad de planificación que brinda la AUH, por el hecho del cobro regular. La regularidad les permite acceder al crédito de diferentes comercios y planificar su consumo en un plazo mayor que el día a día. El horizonte de planificación implica poder concebir una idea de futuro”, destacan. Y dan el ejemplo de Lidia, de Villa Celina, que con la ayuda de la Asignación por Hijo se animó a comprar una computadora a crédito.
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