Altas fuentes del PRO reconocieron las frecuentes conversaciones entre Macri y Grosso y coincidieron en calificar al ex intendente como “extremadamente influyente” . Y una de ellas agregó: “Mauricio lo escucha muchísimo. Forma parte de la mesa chica y se convirtió en una persona de máxima confianza.
Se conocen desde hace más de 30 años, aunque Carlos Grosso dejó el Grupo Socma para dedicarse de lleno a la política casi al mismo tiempo en que Mauricio Macri comenzaba a dar sus primeros pasos en la empresa de su papá, Franco.
Siguieron en contacto y Grosso no se privó de darle algunos consejos cuando fue Macri quien se metió en política. Hasta hace un tiempo, eso ocurría una vez cada tanto y sólo al pasar. Pero a principios de este año, Macri le otorgó al polémico ex intendente menemista un lugar privilegiado en la mesa chica del PRO.
En lo que va de este 2012, la mesa de “estrategia política” que conduce Grosso ya se reunió al menos tres veces. No es un lugar para muchos, sino para unos pocos elegidos: Nicolás Caputo (íntimo amigo de Macri), Horacio Rodríguez Larreta, Marcos Peña, el asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba y el emprendedor Andy Freire. Y Macri, obviamente.
Un dato llamativo que ya generó ruido en el PRO es que uno de los que se quedó afuera de esa mesa es nada menos que el armador político de Macri, Emilio Monzó. “Emilio no integra ninguna mesa con Grosso y la verdad es que no quedaría muy bien parado si trascendiera que existe otro ámbito de discusión política”, dijeron cerca del ministro de Gobierno porteño.
Altas fuentes del PRO reconocieron las frecuentes conversaciones entre Macri y Grosso y coincidieron en calificar al ex intendente como “extremadamente influyente” . Y una de ellas agregó: “Mauricio lo escucha muchísimo. Forma parte de la mesa chica y se convirtió en una persona de máxima confianza. Es un hombre muy inteligente y es de los pocos que se anima a discutirle al jefe (por Macri)”.
En 1992, tres años después de haber sido designado por Menem, debió renunciar a la intendencia porteña a raíz de una serie de escándalos por hechos de corrupción. Enfrentó 40 causas penales: por la concesión del Campo Municipal de Golf y del Velódromo de Buenos Aires -por lo que estuvo ocho meses preso, en 2002-, o la conocida como “escuela shopping”, por la que fue “sobreseído definitivamente” recién a fines de 2011.
En diciembre de 2001 la política le dio revancha, y tampoco tuvo un final feliz. Adolfo Rodríguez Saá lo designó como jefe de Gabinete de Asesores durante su breve presidencia y Grosso fue forzado a renunciar aun antes que el presidente por un “cacerolazo”.
Más de diez años después, y de la mano de Macri, parece tener una nueva oportunidad.
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