Opera
en los medios con amistades, rosquea en el peronismo con histeria y diseña su
modelo de país rico en la Miami del conurbano, como le gusta que la llamen. La seguridad en un distrito que
cedió el sesenta por ciento de su territorio a los barrrios privados.
Sergio Massa es un político joven, fashion y bastante conocido.
Es el dueño de una sonrisa de plastilina que bien podría
recordar a la de Carlos Ruckauf, el joven ministro de Isabel que fue
gobernador. Opera en los medios con encuestas y amistades, rosquea en el
peronismo con histeria y diseña su modelo de país rico en el municipio de
Tigre, la Miami del conurbano, como le gusta que la llamen. Cobija además, por
si hace falta, asesores que trabajaron para Ruckauf.
Massa es el apellido que, desde un municipio con vecinos
distinguidos, quiere disputar con Daniel Scioli y Mauricio Macri la interpretación
de la política sin los Kirchner.
Massita arrancó 2013 con una fabulosa campaña de
instalación mediática que lo ubicó, muy rápido, entre los aspirantes a la
carrera presidencial. Encargó encuestas y empezó a llamar a periodistas amigos
que tienen peso y horas en la pantalla de televisión, en las radios y en los
grandes diarios. Massa habla con ellos, les hace chistes, los invita a comer
asado a su casa, a jugar al fútbol, a ver los partidos de Tigre. De copado que
es. Muchos estuvieron, a fines de 2012, en la exhibición de Federer y Del Potro
en Trilenium que organizó el empresario Guillermo Maron. Como Sebastián
Eskenazi, el que se creyó dueño y se creyó petrolero.
Massa buscó un distrito a su imagen y semejanza. Eligió
Tigre y no San Martín, el partido en el que nació y en el que se inició a
caballo de la Ucedé y el peronismo de Barrionuevo.
Tigre es un lugar en el que los terrenos dispararon sus
precios en los últimos 20 años, en sincronía con la explosión de los barrios
cerrados. Nordelta, Santa Bárbara, Isla del Sol, La Escondida, Los Álamos,
Jacarandá, comenzaron a instalarse en Rincón de Milberg cuando el precio del
metro cuadrado oscilaba entre 1 y 3 dólares, a principios de los noventa.
Ya en 2005, la escala variaba entre 25 y 250 dólares.
Compraron terrenos inundables a muy bajo costo en una época en la que se
consolida un rediseño del espacio urbano. Grupos financieros que participan de
operaciones inmobiliarias con el aval del Estado y junto a las concesiones de
las autopistas en la zona y a obras de infraestructura importantes. El Estado
en Tigre –imposible olvidarlo- fue durante 30 años Ricardo Ubieto, el
intendente que inició su gestión al final de la dictadura y gobernó hasta
morirse, a fines de 2006. En la década del noventa, los emprendimientos
inmobiliarios crecieron un 180 por ciento y los asentamientos un 132 por
ciento. Lo explica bien el arquitecto y profesor de la UNGS Juan Lombardo en un
libro que se llama “La construcción de la ciudad. El caso de la Región
Metropolitana”.
Massa quizás no haya leído el libro pero tuvo la suerte
de conocer a Jorge O’Reilly durante un festival, justamente en los noventa y en
Rincón de Milberg. El que los presentó fue Horacio Rodríguez Larreta. Egresado
del Colegio Cardenal Newman, ex jugador de rugby y descendiente de Lanusse,
O’Reilly ahora tiene 44 años y más de veinte countries en Tigre pero se acuerda
bien de aquella tarde en la que cantaba con su grupo Los Isleños y Horacio lo
acercó a Sergio. Aunque su apellido no es popular como el de Massa en la zona
norte, su creación Emprendimientos Inmobiliarios de Interés Común (EIDICO) está
en todos lados.
Eidico debutó hace más de quince años con Santa María de
Tigre y no paró de crecer. Construyó Santa Bárbara en 241 hectáreas usurpadas
al Estado por Telecom, y Santa Catalina, sin habilitación municipal, en 126
hectáreas con salida directa al río Luján a través del canal Villanueva. La
factibilidad de Santa Catalina fue otorgada por la gestión Massa varios años
después que el barrio estuviera construido.
Más tarde vinieron Altamira, El Encuentro y los once
barrios santos del complejo náutico Villa Nueva: Santa Catalina, San Agustín,
San Benito, Santa Clara, San Francisco, San Gabriel, San Isidro Labrador, San
Juan, San Marco, San Rafael, Santa Teresa. O’Reilly es católico de los de
Ratzinger y pertenece a una familia de linaje, pero sobre todo es un
desarrollador inmobiliario que construye barrios privados en zonas inundables.
Según un trabajo del ambientalista Ricardo Barbieri, San Isidro Labrador, Santa
Catalina, Santa Clara, San Agustín y Santa Teresa se abrieron a la construcción
edilicia sin hacer las obras de infraestructura mínimas que exige la ley.
Pese a que no tenía antecedentes en política, en 2009
Massa llevó al dueño de Eidico a la jefatura de Gabinete como asesor ad honorem.
O’Reilly le recomendaba al Gobierno que estableciera un vínculo institucional
con el nuncio Bernardini y deje de lado al cardenal Bergoglio porque, decía,
hace “política partidaria”.
La desarrolladora inmobiliaria enfrenta denuncias en
distintas provincias. En Tigre, la piedra en el zapato es Punta Querandí, donde
un amparo que presentaron el Movimiento en Defensa de la Pacha y la fundación
Pro-Tigre llevó a la jueza Delma Cabrera a suspender a fines de 2011 las obras
de Eidico. En esa zona, conocida antes como Punta Canal, existe un cementerio
indígena. La intención del egresado del Newman era anexar esas tierras a las
850 hectáreas del complejo Villa Nueva.
Desconociendo una cautelar, O’Reilly retomó las obras en agosto del año
pasado, pero un grupo de vecinos (que no es parte del 73 por ciento que votó a
Massa en 2011) volvió a frenarlo.
La asamblea de Villa La Ñata se opone a una política
urbana que cede espacios públicos para emprendimientos privados como parte del
Nuevo Delta, una marca que lleva a tapiar durante meses 800 metros de costa del
canal García y el canal Villanueva para cederla finalmente a un paseo de
compras y restaurantes para turistas que durante el fin de semana retiran sus
lanchas de las guarderías náuticas y se apropian literalmente del lugar. A
fines de enero, Massa inauguró las obras con Luciano Pereyra en el Dique Luján
y transmisión de Telefé. Ese es el pollo.
Tigre no es solo Eidico. Consultatio, Pentamar,
Supercemento, Dyopsa, Urbanizadora Rincón de Milberg, Rincón de Tigre, por
nombrar a las pioneras, desarrollan viviendas de lujo junto a espejos de agua.
Ahora avanza el proyecto Venice, que se publicita a página completa como la
primera ciudad navegable de la Argentina. 32 hectáreas con un frente de 500
metros sobre el río Luján. Pero se están elevando terrenos, talando cientos de
árboles y desviando cursos de agua naturales.
A unos cien metros de la primera
ciudad navegable de la Argentina, está La Garrote, el escenario en el que
Pol-ka logró ingresar para filmar El Puntero con una sola condición: que no se
mencione a Villa Garrote como parte de su municipio. Ahí, a cinco cuadras de la
avenida Italia y de Tigre centro, viven más de 700 familias en condiciones de
pobreza extrema, sin agua potable ni cloacas, y las inundaciones son una
constante.
Según la Asamblea Delta y los vecinos de Villa La Ñata, hoy el 60% del territorio del partido de Tigre
–148 kilómetros cuadrados de continente– está ocupado por barrios privados
cuyos terrenos fueron rellenados y elevados de manera irresponsable. Ante cada
tormenta fuerte o marea, el agua tapa a los que viven fuera de esos muros
perimetrales. Dentro de ese 60% del territorio, solamente habita el 10% de la
población de Tigre: el otro 90% se asienta en el 40% restante que ve colapsar
los servicios de agua, luz, cloacas y gas.
Por las noches, va a comer al Delta, esa inmensidad de 221
kilómetros cuadrados de islas donde el único barrio privado que quiso
instalarse –Colony Park en 2007, en 300 hectáreas– fue rechazado por
asambleístas e isleños. Ahí, donde hoy los isleños necesitan carnet para
circular y son un obstáculo no redituable para el nuevo Tigre.
Al ex menemista Pato Galmarini lo relega al lugar de
suegro insidioso y experimentado y no lo deja aparecer demasiado. Pero a Malena
–así la llaman en Tigre– la sube a escena. La hija del Pato gana protagonismo
desde la secretaría de Desarrollo Humano.
La política de seguridad es otro punto de la gestión. Massa
pone camaritas por todos lados. Pero, cuando algo pasa –balazos entre sectores
de la barra de Tigre en febrero 2013–, no funcionan.
Fuentes: Diego Genoud-
RevistaCrisis/ANRed/ @hectordeflores
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